14. Señor de la Victoria
Cuando todo se desmorona
en nuestros proyectos humanos,
en nuestros apoyos terrestres;
cuando de nuestros más bellos sueños
sólo nos queda la desilusión;
cuando nuestros mejores esfuerzos
y nuestra más firme voluntad
no alcanzan el objetivo propuesto;
cuando la sinceridad y el ardor del amor
nada consiguen,
y el fracaso está ahí, desolador y cruel,
frustrando nuestra más bellas esperanzas,
Tú permaneces, Señor, indestructible
y fuerte,
nuestro amigo que todo puede.
Tus designios permanecen intactos,
nada puede impedir
que tu voluntad se cumpla.
Tus sueños son más bellos que los nuestros,
y Tú los realizas.
Conviertes los fracasos en un triunfo mayor,
nunca eres vencido.
Tú, que de la pura nada
hace surgir el ser y la vida,
tomas nuestra impotencia
en tus manos creadoras,
con infinito amor,
y la haces producir un fruto, obra tuya,
mejor que todos nuestros deseos.
En Ti, nuestra esperanza
se salva del desastre,
cumplida en plenitud.
Amén.
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