LIBRO DE ECLESIÁSTICO
También conocido como Sirácida. Su autor educó a sus jóvenes discípulos en las cosas de Dios y a resolver los problemas de la vida. Mantiene una visión universal de la acción de Dios y la Ley.
Los siguientes capítulos de este libro, son los que vamos a utilizar en los talleres de oración, para meditar sobre Dios como Padre amoroso. En la lectio divina los consultaremos como texto referentes al Evangelio, según el año litúrgico. También será base de análisis o estudio en las reuniones de grupo y material para las catequesis. Preparemonos para escudriñar el mundo de las Escrituras Sagradas.
Eclesiástico Capítulo 1
PROLOGO DEL TRADUCTOR
1 La ley, los profetas y los escritos que les siguieron
2 nos han transmitido muchas e importantes lecciones,
3 que hacen a Israel digno de elogio por su instrucción y sabiduría.
4 Ahora bien, no basta con que los lectores se hagan sabios;
5 es necesario también que, como expertos, puedan ayudar a los de fuera,
6 tanto de palabra como por escrito.
7 Por eso, mi abuelo Jesús, después de haberse dedicado intensamente a la lectura
8 de la Ley,
9 los Profetas
10 y los otros escritos de los antepasados,
11 y de haber adquirido un gran dominio sobre ellos,
12 se propuso escribir sobre cuestiones de instrucción y sabiduría.
13 Su objetivo era que los deseosos de aprender aceptaran sus enseñanzas
14 y pudieran progresar, llevando una vida más acorde con la Ley.
15 Quedáis, pues, invitados
16 a leer este libro
17 con benevolencia y atención,
18 así como a ser indulgentes
19 allí donde os parezca que, a pesar de nuestros denodados esfuerzos de interpretación,
20 no hemos acertado en la traducción de algunas expresiones.
21 Es evidente que las cosas dichas en hebreo no tienen la misma fuerza
22 que cuando se traducen a otra lengua.
23 Esto no sucede sólo en este libro,
24 sino que también la misma Ley, los Profetas
25 y los otros escritos
26 presentan notables diferencias respecto a sus originales.
27 El año treinta y ocho del rey Evergetes
28 llegué a Egipto, donde fijé mi residencia por
un tiempo.
29 Durante mi estancia allí encontré una obra muy instructiva,
30 y me sentí obligado a emprender la traducción de este libro con empeño y diligencia.
31 He dedicado muchas horas de vigilia y trabajo
32 durante este período,
33 hasta poder terminar y publicar el libro,
34 para uso de aquellos que, viviendo en el extranjero, desean aprender y reformar sus costumbres
35 para vivir conforme a la Ley.
COLECCION DE SENTENCIAS
La Sabiduría, don del Señor.
1 Toda sabiduría viene del Señor, y está con él por siempre.
2 ¿Quién puede contar la arena de los mares,
las gotas de la lluvia y los días de la eternidad?
3 ¿Quién puede medir la altura de los cielos,
la anchura de la tierra y la profundidad del abismo?
4 Antes de todo fue creada la sabiduría,
la inteligencia prudente desde la eternidad.
6 ¿A quién fue revelada la raíz de la sabiduría?
¿Quién conoce sus recursos?
8 Uno sólo es sabio, temible en extremo: el que está sentado en su trono.
9 Es el Señor quien creó la sabiduría,
la vio, la midió y la derramó sobre todas sus obras.
10 Se la concedió a todos los vivientes y se la regaló a quienes le aman.
El temor del Señor, fuente y plenitud de la Sabiduría.
11 El temor del Señor es gloria y honor, alegría y corona de júbilo.
12 El temor del Señor deleita el corazón, da alegría, gozo y larga vida.
13 El que teme al Señor, tendrá un buen final, el día de su muerte será bendecido.
14 Principio de la sabiduría es temer al Señor, ella acompaña a los fieles desde el seno materno.
15 Entre los hombres asentó su cimiento eterno, y con su descendencia se mantendrá fiel.
16 Plenitud de la sabiduría es temer al Señor, ella sacia a sus fieles de sus frutos;
17 les llena la casa de tesoros y los graneros de sus productos.
18 Corona de la sabiduría es el temor del Señor, ella hace florecer la paz y la buena salud;
19 hace llover ciencia e inteligencia, y exalta la gloria de los que la poseen.
20 Raíz de la sabiduría es temer al Señor, sus ramas proporcionan larga vida.
La paciencia y el dominio de sí mismo.
22 La pasión del injusto no puede justificarse, porque el ímpetu de su pasión le hará caer.
23 El hombre paciente aguanta hasta el momento oportuno,
y al final su paga es la alegría.
24 Hasta el momento oportuno retiene sus palabras, por eso muchos alaban su prudencia.
Condiciones para alcanzar la Sabiduría.
25 Entre los tesoros de la sabiduría hay proverbios muy sabios, pero adorar al Señor repugna al pecador.
26 Si deseas la sabiduría, guarda los mandamientos,
y el Señor te la concederá.
27 Porque el temor del Señor es sabiduría e instrucción, le agradan la fidelidad y la mansedumbre.
28 No faltes al temor del Señor,
ni te acerques a él con doblez de corazón.
29 No seas hipócrita delante de los hombres, pero vigila siempre tus labios.
30 No te exalces a ti mismo, si no quieres caer
y cubrirte de vergüenza,
pues el Señor revelará tus secretos
y te humillará en medio de la asamblea, por no tener en cuenta el temor del Señor,
y tener el corazón repleto de engaño.
Eclesiástico Capítulo 2
La constancia en medio de la prueba.
1 Hijo, si te acercas a servir al Señor, prepárate para la prueba.
2 Endereza tu corazón, mantente
firme,
y no te angusties en tiempo de adversidad.
3 Pégate a él y no te separes,
para que seas exaltado en tu final.
4 Todo lo que te sobrevenga,
acéptalo, y sé paciente en las humillaciones,
5 porque el oro se purifica en el
fuego,
y los que agradan a Dios, en el horno de la humillación.
6 Confía en él, y él te ayudará;
endereza tus caminos y espera en él.
La Confianza en Dios
7 Los que teméis al Señor, aguardad
su misericordia, y no os desviéis, no sea que caigáis.
8 Los que teméis al Señor, confiad en
él,
y no os faltará la recompensa.
9 Los que teméis al Señor, esperad
bienes, gozo eterno y misericordia.
10 Fijaos en las generaciones
antiguas y ved:
¿Quién confió en el Señor y quedó defraudado?
¿Quién perseveró en su
temor y fue abandonado?
¿Quién le invocó y fue desatendido?
11 Porque el Señor es compasivo y
misericordioso, perdona los pecados y salva en tiempo de desgracia.
12 ¡Ay de los corazones cobardes y
las manos inertes,
y del pecador que va por dos caminos!
13 ¡Ay del corazón decaído, que no
tiene fe!, porque no será protegido.
14 ¡Ay de vosotros, los que habéis
perdido la esperanza!
¿Qué haréis cuando el Señor venga a visitaros?
15 Los que temen al Señor no
desobedecen sus palabras, los que le aman guardan sus caminos.
16 Los que temen al Señor buscan su
agrado, los que le aman cumplen su ley.
17 Los que temen al Señor tienen el
corazón dispuesto,
y se humillan delante de él.
18 Caigamos en manos del Señor y no
en manos de los hombres, pues como es su grandeza, así es su misericordia.
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