LIBRO DE ISAIAS
El libro de Isaías es el que mejor prepara para recibir la Buena Nueva de Jesús. Sus temas principales son la Gloria de Dios y miseria humana, la justicia social, la esperanza del futuro, las profecías mesiánicas y presenta a Dios como el Señor de todas las naciones.
Los siguientes capítulos de este libro, son los que vamos a utilizar en los talleres de oración, para meditar sobre Dios como Padre amoroso. En la lectio divina los usaremos como texto referentes al Evangelio, según el año litúrgico. También los usaremos de base para temas de análisis o estudio en las reuniones de grupo y material para las catequesis. Preparemonos para escudriñar el mundo de las Escrituras Sagradas.
Isaías Capítulo 26
Canto de victoria.
1 Aquel día se entonará este cantar en tierra de Judá:
«Ciudad fuerte tenemos;
murallas y antemuro la protegen.
2 Abrid las puertas,
que entre gente fiel,
que guarda la lealtad.
3 Su ánimo es firme,
atesora la paz,
porque en ti confió.
4 Confiad siempre en Yahvé,
pues Él es nuestra Roca eterna:
5 derrocó a los habitantes de la altura,
abatió la villa inaccesible;
la hizo caer por tierra,
la obligó a morder el polvo.
6 La pisotean los pies de los pobres,
las pisadas de la gente humilde.»
Salmo: la esperanza en los juicios del Señor
7 La senda del justo es recta;
tú allanas la senda del justo.
8 Echamos de menos, Yahvé,
tu forma de hacer justicia;
tu nombre y tu recuerdo
son la añoranza de mi vida.
9 Mi ser te anhela de noche,
mi espíritu madruga por buscarte,
porque cuando juzgas a la tierra,
aprenden justicia sus habitantes.
10 Aunque se haga gracia al malvado,
nunca aprenderá justicia;
pervierte el derecho en el país,
y no teme la majestad de Yahvé.
11 Yahvé, tu mano está alzada,
pero no la quieren ver.
Pues que vean tu celo por el pueblo
y queden avergonzados;
que un fuego devore a tus adversarios.
12 Yahvé, tú nos concederás bienestar,
pues tú realizas todas nuestras obras.
13 Yahvé, Dios nuestro,
nos han dominado otros señores,
pero sólo recordaremos tu Nombre.
14 Los muertos no vivirán,
las sombras no se levantarán,
pues los has castigado y exterminado;
has borrado todo recuerdo de ellos.
15 Pero multiplicas al pueblo, Yahvé,
lo multiplicas y te cubres de gloria,
amplías todos los límites del país.
16 Yahvé, en el aprieto te buscamos,
cuando más nos oprimía tu castigo:
17 como cuando una mujer
encinta sufre al acercarse el parto
y se queja entre dolores,
eso parecíamos ante ti, Yahvé.
18 Hemos parido entre dolores,
pero hemos dado a luz viento:
no hemos traído a la tierra salvación,
no le nacerán habitantes al orbe.
19 Revivirán tus muertos,
tus cadáveres resurgirán,
despertarán y darán gritos de júbilo
los moradores del polvo;
pues tu rocío es rocío luminoso,
y el país de las sombras parirá.
El castigo de los habitantes de la tierra.
20 Pueblo mío, entra en tus cámaras y
cierra tu puerta tras de ti,
escóndete un instante
hasta que pase la cólera.
21 Porque Yahvé sale de su morada
dispuesto a castigar la culpa
de todos los habitantes del país:
la tierra descubrirá su sangre
y ya no ocultará a sus muertos.
Isaías Capítulo 40
SEGUNDA PARTE DEL LIBRO DE ISAIAS.
Anuncio de liberación. Is 40
1 Consolad, consolad a mi pueblo—dice vuestro Dios—.
2 Hablad al corazón de Jerusalén y decidle bien alto
que ya ha cumplido su servidumbre, ya ha satisfecho por su culpa,
pues ha recibido de mano de Yahvé castigo doble por todos sus pecados.
El camino del Señor en el desierto. Is 40
3 Una voz clama:
«Abrid en el desierto un camino a Yahvé, trazad en la estepa
una calzada recta a nuestro Dios.
4 Que todo valle sea elevado, y todo monte y cerro rebajado;
que lo escabroso se vuelva llano, y las breñas, planicie.
5 Se revelará la gloria de Yahvé,
y toda criatura a una la verá.
Pues la boca de Yahvé ha hablado.»
6 Una voz dice: «¡Grita!» Respondo: «¿Qué he de gritar?»
—«Que todo ser vivo es hierba y todo su esplendor flor del campo.
7 La flor se marchita, se seca la hierba, en cuanto le dé el viento de Yahvé (pues, cierto, hierba es el pueblo).
8 La hierba se seca, la flor se marchita, mas la palabra de nuestro Dios permanece por siempre.»
Anuncio de la llegada del Señor. Is 40
9 Súbete a un monte elevado, alegre mensajero para Sión; clama con voz poderosa,
alegre mensajero para Jerusalén. Clama sin miedo; di a las ciudades de Judá:
«Ahí está vuestro Dios.»
10 Aquí llega el Señor Yahvé con poder, su brazo lo sojuzga todo;
vedlo, su salario le acompaña, su paga le precede.
11 Como pastor pastorea su rebaño:
recoge en brazos los corderitos, los lleva en su regazo,
y trata con cuidado a las paridas.
La grandeza incomparable del Señor. Is 40
12 ¿Quién midió a puñados los mares
o calculó a palmos la dimensión del cielo,
o puso en una anega el polvo de la tierra?
¿Quién pesó con la romana los montes y los cerros con la balanza?
13 ¿Quién abarcó el espíritu de Yahvé
y le aconsejó lo que había de hacer?
14 ¿De quién se aconsejó para entender, para emprender la tarea adecuada?
¿Quién le enseñó la manera de discernir?
15 Ya veis lo que son las naciones: una gota escurrida de un cazo,
un grano de tierra en la balanza. Ved lo que son las islas:
una mota de polvo en un peso.
16 El Líbano no basta para leña, ni sus animales para holocausto.
17 Las naciones son nada ante él,
las considera como nada y vacío.
18 Pues ¿con quién asemejaréis a Dios?,
¿qué semejanza le aplicaréis?
19 El escultor funde la estatua, el orfebre la recubre con oro y le funde adornos de plata.
20 El que es pobre de recursos
escoge madera incorruptible y se busca un hábil artista
para que le haga una estatua bien firme.
El poder del Señor. Is 40
21 ¿No lo sabíais? ¿No lo habíais oído?
¿No se os dijo desde un principio?
¿No os lo dieron a entender desde que se fundó la tierra?
22 Él habita en el orbe terrestre,
(sus habitantes le parecen saltamontes), él expande los cielos como un toldo
y los despliega como una tienda habitable.
23 Él aniquila a los tiranos
y convierte en nulidad a los gobernantes.
24 Apenas los han plantado, apenas sembrados,
apenas arraiga en tierra su esqueje, cuando sopla sobre ellos y se secan, y el vendaval como tamo se los lleva.
25 ¿Con quién me asemejaréis?,
¿con quién me compararéis?
—dice el Santo—.
26 Alzad a lo alto los ojos y ved:
¿quién ha creado estas cosas?
El que saca a su ejército innumerable y llama a cada cual por su nombre.
Gracias a su poder y a su energía, no le falta ni uno.
Exhortación a la confianza. Is 40
27 ¿Por qué dices, Jacob,
por qué andas hablando, Israel:
«Mi comportamiento está oculto a Yahvé, a Dios se le pasa mi derecho»?
28 ¿No lo sabes, no has oído
que Yahvé es un Dios eterno, creador de los confines de la tierra? No se cansa ni se fatiga,
su inteligencia es inescrutable.
29 Da vigor al hombre cansado, acrecienta la energía del débil.
30 Los jóvenes se cansan, se fatigan,
los valientes tropiezan y vacilan,
31 pero a los que esperan en Yahvé él les renovará el vigor:
subirán como con alas de águila, correrán sin fatigarse
y andarán sin cansarse.
Isaías Capítulo 41
Un instrumento del Señor para liberar a su Pueblo. Is 41
1 Escuchadme en silencio, islas; esperad mi reprensión, naciones.
Que se acerquen y entonces hablarán, comparezcamos juntos a juicio.
2 ¿Quién ha suscitado desde Oriente a quien le sale al paso la justicia?
¿Quién le entrega las naciones y somete a sus reyes?
Su espada los convierte en polvo, su arco los dispersa como paja;
3 los persigue y continúa incólume,
el sendero con sus pies no toca.
4 ¿Quién lo realizó y lo hizo?
El que llama al futuro desde el principio. Yo, Yahvé, soy el primero,
y estaré presente con los últimos.
5 Las islas lo contemplan temerosas, tiemblan los confines de la tierra.
6 Cada cual ayuda al compañero, y dice a su colega: «¡Ánimo!»
7 El escultor anima al orfebre,
el forjador al que bate en el yunque, diciendo: «Está bien la soldadura.»
Y fija el ídolo con clavos para que no se mueva.
Exhortación a la confianza en el Señor. Is 41
8 Y tú, Israel, siervo mío, Jacob, a quien yo elegí, linaje de mi amigo Abrahán.
9 Yo te tomé del confín de la tierra,
te llamé de remotas regiones y te dije: «Siervo mío eres tú,
te he elegido y no te he rechazado.»
10 No temas, que contigo estoy yo; no receles, que yo soy tu Dios.
Yo te he robustecido y te he ayudado, te sujeto con mi diestra justiciera.
11 Mira, se avergüenzan y confunden
todos los que te acosan enardecidos.
Serán como nada y perecerán
los hombres que pleitean contigo.
12 Buscarás, pero no encontrarás
a los hombres que te andan provocando. Serán como nada y nulidad
los que te hacen la guerra.
13 Porque yo, Yahvé tu Dios, te tengo asido por la diestra.
Soy yo quien te digo: «No temas, porque yo soy quien te ayuda.»
14 No temas, gusanillo de Jacob,
cosita de Israel, que yo te ayudaré
—oráculo de Yahvé—;
tu redentor es el Santo de Israel.
15 Voy a convertirte en trillo cortante, nuevo, lleno de dientes.
Trillarás y desmenuzarás los montes, convertirás los cerros en paja.
16 Los beldarás, el viento los dispersará,
y el torbellino los arrebatará. Y tú te regocijarás en Yahvé,
en el Santo de Israel te gloriarás.
Las maravillas del Señor en favor de su Pueblo. Is 41
17 Humildes y pobres buscan agua, pero no encuentran nada;
la sed reseca su lengua. Yo, Yahvé, les responderé;
yo, Dios de Israel, no los desampararé.
18 Abriré sobre los calveros arroyos y en plenas barrancas manantiales.
Convertiré el desierto en lagunas
y la tierra árida en hontanar de aguas.
19 Llenaré la estepa de cedros, de acacias, arrayanes y olivares. Plantaré en el desierto enebros, olmos y también cipreses,
20 de modo que todos vean y sepan, adviertan y consideren
que la mano de Yahvé ha hecho eso, que el Santo de Israel lo ha creado.
Desafío del Señor a los dioses paganos. Is 41
21 «Presentad vuestra causa
—dice Yahvé—, allegad vuestras pruebas
—dice el rey de Jacob—.
22 Que se acerquen y nos indiquen lo que va a suceder.
Indicadnos cómo fue el pasado, y prestaremos atención;
o bien hacednos oír lo venidero para que lo conozcamos;
23 indicadnos los signos del futuro
y sabremos que sois dioses.
En suma, haced algo, bueno o malo, y que todos lo veamos maravillados.
24 Mirad, vosotros sois nada, y vuestra obra, nulidad;
es abominable elegiros como dioses.»
Un siervo llega del Oriente. Is 41
25 Lo he suscitado del Norte, y viene, de Oriente le llamé por su nombre.
Hollará príncipes como lodo, como el alfarero pisotea el barro.
26 ¿Quién lo indicó de antemano, para que lo supiéramos,
o lo dijo por adelantado,
para que asintiéramos: «Es cierto»? Ni hubo quien lo indicase,
ni hubo quien lo hiciese oír,
ni hubo quien oyese vuestras palabras.
27 Lo he anunciado primero a Sión, he enviado un heraldo a Jerusalén.
28 Miré, y no había nadie; entre ellos no había consejeros
que supieran responder a mis preguntas.
29 ¡Sí! Todos ellos son nada; nulidad todas sus obras, viento y vacuidad sus estatuas.
Isaías Capítulo 42
Primer poema del Siervo de Dios. Is 42
1 Éste es mi siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien me complazco.
He puesto mi espíritu sobre él para que dicte el derecho a las naciones.
2 No vociferará ni alzará el tono, y no hará oír por las calles su voz.
3 No partirá la caña quebrada ni apagará la mecha mortecina; proclamará la justicia con lealtad.
4 No desmayará ni se quebrará hasta implantar en la tierra el derecho, hasta que las islas esperen su enseñanza.
5 Esto dice el Dios Yahvé, que ha creado y desplegado el cielo, que estableció la tierra y su vegetación, que da aliento al pueblo que la habita y espíritu a los que andan por ella:
6 Yo, Yahvé, te he llamado en nombre de la justicia; te tengo asido de la mano, te formé y te he destinado a ser alianza de un pueblo, a ser luz de las naciones;
7 para abrir los ojos a los ciegos, para sacar del calabozo al preso,
de la cárcel al que vive en tinieblas.
8 Yo, Yahvé —ése es mi nombre—, no cedo a otro mi gloria,
ni mi prez a los ídolos.
9 Como ya ha transcurrido el pasado, voy a anunciaros cosas nuevas.
Antes de que germinen os lo digo.
Himno al Señor por su victoria. Is 42
10 Cantad a Yahvé un cántico nuevo, su loor desde los confines de la tierra. Que le cante el mar y cuanto contiene, las islas y sus habitantes.
11 Que exulte la estepa y sus poblados,
las aldeas en que habita Quedar.
Que aclamen los habitantes de Petra, desde la cima de los montes vociferen.
12 Que den gloria a Yahvé,
su loor en las islas publiquen.
13 Yahvé sale como un guerrero, excita su furor como un soldado; lanza el grito, el alarido de guerra,
se muestra valiente ante sus enemigos.
14 «He estado callado mucho tiempo; me hice el sordo, me contuve.
Pero ahora grito como parturienta, resoplo y jadeo entrecortadamente.
15 Secaré montes y cerros, agostaré todo su césped; convertiré los ríos en tierra firme y desecaré las lagunas.
16 Haré andar a los ciegos por un camino que no conocían,
los encaminaré por senderos que antes no conocían.
Trocaré a su paso la tiniebla en luz, convertiré lo tortuoso en llano.
Estas cosas haré, sin omitir nada.»
17 Retrocederán, confusos de vergüenza, todos los que confían en los ídolos,
los que dicen a las estatuas fundidas:
«Vosotros sois nuestros dioses.»
Israel, Pueblo sordo y ciego. Is 42
18 ¡Vosotros, sordos, oíd!
¡Ciegos, mirad con atención!
19 ¿Quién está ciego, sino mi siervo?,
¿y quién tan sordo sino mi mensajero? (¿Quién es tan ciego como el enviado
y tan sordo como el siervo de Yahvé?)
20 Mucho has visto, pero sin hacer caso; abrías los oídos, pero no escuchabas.
21 Yahvé, por su justicia, se interesó
en engrandecer y dar lustre a la Ley.
22 Pero es un pueblo saqueado y robado, atrapados todos ellos en cuevas, encerrados todos en mazmorras.
Los despojaban y nadie los salvaba;
los saqueaban y nadie decía: «¡Devuelve!»
23 ¿Quién de vosotros escuchará esto, atenderá y hará caso para el futuro?
24 ¿Quién entregó al pillaje a Jacob,
y a Israel a los saqueadores?
¿No fue Yahvé, contra quien pecamos, rehusando andar por sus caminos
y no escuchando sus instrucciones?
25 Vertió sobre él el ardor de su ira, lo expuso a la violencia de la guerra,
lo abrasó por doquier y no se apercibía, lo consumió, sin que él reflexionase.
Isaías Capítulo 43
Predilección y solicitud de Dios por su Pueblo. Is 43
1 Ahora, así dice Yahvé,
el que te ha creado, Jacob,
el que te ha plasmado, Israel.
«No temas, que yo te he rescatado, te llamé por tu nombre, y eres mío.
2 Si cruzas las aguas, yo estoy contigo;
si pasas por los ríos, no te hundirás. Si andas sobre brasas, no te quemarás, la llama no te abrasará.
3 Porque yo soy Yahvé tu Dios,
el Santo de Israel, tu salvador. Entregué a Egipto como rescate por ti, a Cus y Sebá en tu lugar,
4 dado que eres precioso a mis ojos,
eres estimado, y yo te amo. Pondré a la humanidad en tu lugar, a pueblos en pago de tu vida.
5 No temas, que yo estoy contigo;
desde Oriente haré volver tu raza, y desde Poniente te reuniré.
6 Diré al Norte: ‘Dámelos’;
y al Sur: ‘No los retengas’. Trae a mis hijos de lejos,
a mis hijas del confín de la tierra;
7 a los que son llamados por mi nombre, a los que para mi gloria creé,
a los que plasmé y formé.»
Israel, testigo del único Dios. Is 43
8 Haz salir al pueblo ciego, aunque tienen ojos,
a esa gente sorda, aunque tienen oídos.
9 Congréguense todas las gentes
y reúnanse los pueblos.
¿Quién de entre ellos puede decir esto, hacernos oír cosas del pasado?
Aduzcan sus testigos y se justifiquen; que una vez oídos, se pueda decir:
«Es verdad.»
10 Vosotros sois mis testigos
—oráculo de Yahvé—
y mi siervo a quien he elegido,
para que me conozcáis y creáis en mí, y entendáis que yo soy:
Antes de mí no fue formado otro dios, ni después de mí lo habrá.
11 Yo, yo soy Yahvé,
y fuera de mí no hay salvador.
12 Yo lo anuncié y os he salvado; yo mismo lo avisé,
no un dios extraño entre vosotros. Y vosotros sois mis testigos,
—oráculo de Yahvé—.
Yo soy Dios;
13 lo soy desde siempre, y no hay quien libre de mi mano.
Si yo lo hice, ¿quién lo revocará?
La destrucción de Babilonia. Is 43
14 Esto dice Yahvé,
vuestro redentor, el Santo de Israel:
Por vosotros he enviado a arrancar
los cerrojos de las prisiones de Babel; y acabará en llanto el júbilo caldeo.
15 Yo, Yahvé vuestro Santo,
el creador de Israel, vuestro Rey.
El nuevo Éxodo. Is 43
16 Esto dice Yahvé,
que trazó un camino en el mar, una vereda en aguas impetuosas;
17 que sacó carros y caballos, formando un poderoso ejército;
cayeron juntos, para no levantarse,
se apagaron, extinguidos como mecha.
18 ¿No os acordáis de lo pasado,
ni caéis en la cuenta de lo antiguo?
19 Pues bien, voy a hacer algo nuevo: ya está en marcha, ¿no lo reconocéis? Sí, abriré en el desierto un camino, alumbraré ríos en el páramo;
20 me honrarán los animales campestres,
los chacales y los avestruces; pues llenaré de agua el desierto, alumbraré ríos en el yermo,
para abrevar a mi pueblo, mi elegido,
21 ese pueblo que yo me he formado. Él proclamará mis alabanzas.
Reproche a Israel por su ingratitud.
22 Pero tú no me llamaste, Jacob,
¡te aburriste de mí, Israel!
23 No me ofreciste ovejas en holocausto
ni me honraste con tus sacrificios. No te esclavicé exigiendo oblaciones ni te atosigué pidiéndote incienso.
24 No me adquiriste caña aromática,
ni me hartaste de grasa de tus víctimas. Tú sí me esclavizaste con tus pecados, y me atosigaste con tus yerros.
25 ¡Yo, era yo quien, por respeto a mí,
borraba tus delitos
y no me acordaba de tus pecados!
26 Recuérdamelos y vamos a juicio; lleva tú la cuenta para que lo ganes.
27 Tu padre fue el primero en pecar,
y tus abogados se rebelaron contra mí.
28 Pues bien, profané a tus príncipes, y entregué a Jacob al anatema,
a Israel a la ignominia.
Isaias Capítulo 60
La Gloria de la nueva Jerusalén.
1 ¡Álzate y brilla, que llega tu luz, la gloria de Yahvé amanece sobre ti!
2 Mira: la oscuridad cubre la tierra, y espesa nube a los pueblos, mas sobre ti amanece Yahvé y su gloria sobre ti aparece.
3 Caminarán las naciones a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora.
4 Alza los ojos en torno y mira: todos se reúnen y vienen a ti; tus hijos vienen de lejos, y tus hijas son traídas en brazos.
5 Al verlo te pondrás radiante, tu corazón se ensanchará estremecido, pues vendrán a ti los tesoros del mar, te traerán las riquezas de los pueblos.
6 Un sinfín de camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá. Todos ellos vienen de Sabá trayendo oro e incienso y pregonando alabanzas a Yahvé.
7 Juntarán para ti rebaños en Quedar, te regalarán carneros de Nebayot. Agradeceré que los inmolen en mi altar, y así hermosearé mi ya hermosa Casa.
8 ¿Quiénes son éstos que vuelan como nubes, parecidos a palomas que van a sus palomares?
9 Naves de las islas acudirán a ti, los navíos de Tarsis en cabeza, para traer a tus hijos de lejos, junto con su plata y su oro, para glorificar a Yahvé tu Dios, al Santo de Israel, que te hermosea.
10 Extranjeros construirán tus muros, y sus reyes se pondrán a tu servicio. Es cierto que te herí encolerizado, pero con amor me compadezco de ti.
11 Tus puertas, siempre abiertas, ni de día ni de noche se cerrarán, para que entren a ti las riquezas de los pueblos, traídas por sus reyes.
12 Y las naciones y los reinos que no se sometan a ti acabarán desolados, arruinados.
13 La gloria del Líbano vendrá a ti, cipreses, olmos y abetos juntos, a embellecer mi Lugar Santo
y honrar el estrado de mis pies.
14 Acudirán a ti encorvados los hijos de quienes te humillaban, se postrarán a tus pies todos los que te menospreciaban, y te llamarán la Ciudad de Yahvé, la Sión del Santo de Israel.
15 En vez de estar abandonada, aborrecida y sin viandantes, yo te convertiré en lozanía eterna, gozo de siglos y siglos.
16 Mamarás la leche de las naciones, mamarás las riquezas de los reyes, y sabrás que yo soy Yahvé tu Salvador, el que te rescata, el Fuerte de Jacob.
17 En vez de bronce traeré oro, en vez de hierro traeré plata, en vez de madera, bronce, y en vez de piedras, hierro. Te pondré como inspector la Paz, y como capataz la Justicia.
18 No se oirá de violencia en tu tierra, de despojo o ruinas en tus fronteras; llamarás a tus murallas «Victoria» y a tus puertas «Alabanza».
19 El sol ya no será tu luz de día, ni la luna te alumbrará de noche, pues Yahvé será tu luz eterna, tu Dios te servirá de esplendor.
20 No se pondrá jamás tu sol, ni tu luna menguará, pues Yahvé será para ti luz eterna: se habrán acabado tus días de luto.
21 Todos los de tu pueblo serán justos, para siempre heredarán la tierra; retoño serán de mis plantaciones, obra de mis manos para gloria mía.
22 El pequeño vendrá a ser un millar, el más chiquito, una nación poderosa. Yo, Yahvé, me apresuraré a cumplir esto a su tiempo.
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