EVANGELIO SEGUN SAN MARCOS
Los siguientes capítulos de este libro, son los que vamos a utilizar en los talleres de oración, para meditar sobre Dios como Padre amoroso. En la lectio divina los consultaremos como texto referentes al Evangelio, según el año litúrgico. También será base de análisis o estudio en las reuniones de grupo y material para las catequesis. Preparemonos para escudriñar el mundo de las Escrituras Sagradas.
Marcos Capítulo 1
I. Preparación del ministerio de Jesús
La predicación de Juan el Bautista.
1 Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios.
2 Conforme está escrito en el profeta Isaías:
Voy a envíar a mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino.
3 Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas,
4 apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados.
5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, tras confesar sus pecados.
6 Juan llevaba un vestido de piel de camello, y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
7 Y proclamaba: «Detrás de mí viene uno que es más fuerte que yo; y no soy digno de inclinarme y desatarle la correa de sus sandalias.
8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
El bautismo de Jesús.
9 Por aquel entonces vino Jesús desde Nazaret de Galilea, y fue bautizado por Juan en el Jordán.
10 En cuanto salió del agua, vio que los cielos se rasgaban y que el Espíritu, en forma de paloma, bajaba sobre él.
11 Entonces se oyó una voz que venía de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado; en ti me complazco.»
La tentación de Jesús en el desierto.
12 A continuación, el Espíritu lo empujó al desierto,
13 y permaneció allí cuarenta días, siendo tentado por Satanás. Estaba entre los animales del campo y los ángeles le servían.
II. La actividad de Jesús en Galilea
El comienzo de la predicación de Jesús.
14 Después que Juan fuese entregado, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios:
15 «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios ha llegado; convertíos y creed en la Buena Nueva.»
Los primeros discípulos.
16 Iba Jesús bordeando el mar de Galilea, cuando vio a Simón y a su hermano Andrés largando las redes en el mar, pues eran pescadores.
17 Jesús les dijo: «Venid conmigo, y os haré llegar a ser pescadores de hombres.»
18 Ellos dejaron las redes al instante y le siguieron.
19 Continuó caminando un poco y vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que
estaban también en la barca arreglando las redes.
20 Al instante los llamó, y ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron tras él.
Enseñanza de Jesús en la sinagoga de Cafarnaún.
21 Al poco de llegar a Cafarnaún, entró el sábado en la sinagoga y se puso a enseñar.
22 Y la gente quedaba asombrada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Curación de un endemoniado.
23 Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se
puso a gritar:
24 «¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres: el Santo de Dios.»
25 Jesús, entonces, le conminó: «Cállate y sal de él.»
26 Y el espíritu inmundo lo agitó violentamente, dio un fuerte grito y salió de él.
27 Todos quedaron pasmados, de tal manera que se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto?
¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Da órdenes incluso a los espíritus inmundos, y le obedecen.»
28 Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.
Curación de la suegra de Pedro.
29 Cuando salió de la sinagoga, se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
30 La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y le hablaron de ella.
31 Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre desapareció, y ella se puso a servirles.
Diversas curaciones.
32 Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron a todos los que se encontraban mal y a los endemoniados.
33 La población entera estaba agolpada a la puerta. 34 Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Pero no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.
La misión de Jesús.
35 De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario; y allí se puso a hacer oración.
36 Simón y sus compañeros fueron en su busca.
37 Al encontrarlo, le dijeron: «Todos te buscan.»
38 Él replicó: «Vamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para predicar también allí; pues para eso he salido.»
39 Así que se puso a recorrer toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.
Curación de un leproso.
40 Se le acercó un leproso que, puesto de rodillas, le decía suplicante: «Si quieres, puedes limpiarme.»
41 Encolerizado, extendió su mano, lo tocó y le dijo: «Quiero. Queda limpio.»
42 Al instante le desapareció la lepra y quedó limpio.
43 Le despidió al instante prohibiéndole severamente:
44 «Mira, no digas nada a nadie. Pero vete, muéstrate al sacerdote y haz por tu purificación la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.»
45 Pero él, así que se fue, se puso a pregonar con entusiasmo y a divulgar la noticia, de modo que ya no podía Jesús presentarse en público en ningún pueblo, sino que se quedaba a las afueras, en lugares solitarios. Y acudían a él de todas partes.
Marcos Capítulo 2
Curación de un paralítico.
1 Entró de nuevo en Cafarnaún, y al poco tiempo corrió la voz de que estaba en casa.2 Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, mientras él les anunciaba la palabra.
3 Entonces vinieron a traerle a un paralítico, llevado entre cuatro.
4 Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura practicada, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico.
5 Viendo Jesús la fe que tenían, dijo al paralítico: «Hijo, tus pecados te son perdonados.»
6 Estaban allí sentados algunos escribas, que pensaban para sus adentros:
7 «¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?»
8 Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dijo: «¿Por qué pensáis así en vuestro interior?
9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico ‘Tus pecados te son perdonados’ o decirle ‘Levántate, toma tu camilla y anda’?
10 Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados —dice al paralítico—:
11 ‘A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.’»
12 Se levantó y, tomando la camilla, salió al instante a la vista de todos, de
modo que quedaron asombrados y alababan a Dios diciendo:
«Jamás vimos
cosa parecida.»
El llamado de Leví.
13 Salió de nuevo por la orilla del mar. Toda la gente acudía a él, y él les enseñaba.
14 Al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado en el despacho de impuestos, y
le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y le siguió.
La actitud de Jesús hacia los pecadores.
15 En cierta ocasión, estando él a la mesa en casa de Leví, muchos publicanos y pecadores se sentaron a la mesa con Jesús y sus discípulos, pues eran muchos los que le seguían.16 Al ver los escribas de los fariseos que comía con los pecadores y publicanos, dijeron a los discípulos: «¿Es que come con los publicanos y pecadores?»
17 Al oír esto Jesús, les dijo:
«No necesitan médico los que están
fuertes, sino los que están mal; no he venido a llamar a justos, sino a
pecadores.»
Discusión sobre el ayuno.
18 Como los discípulos de Juan y los fariseos solían ayunar, vinieron a preguntarle: «¿Por qué tus discípulos no ayunan, siendo así que los discípulos de Juan y los de los fariseos practican el ayuno?»19 Jesús respondió: «¿Pueden acaso ayunar los invitados a la boda mientras el novio está con ellos? Mientras tengan consigo al novio no pueden ayunar.
20 Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán, cuando llegue aquel día.
21 Nadie cose un remiendo de paño sin tundir en un vestido viejo, pues de otro modo, lo añadido tiraría de él, el paño nuevo del viejo, y se produciría un desgarrón peor.
22 Nadie echa tampoco vino nuevo en pellejos viejos; de otro modo, el vino
reventaría los pellejos y se echarían a perder tanto el vino como los
pellejos. Hay que echar el vino nuevo en pellejos nuevos.»
Discusión sobre el sábado.
23 Un sábado en que Jesús cruzaba por los sembrados, sus discípulos empezaron a abrir camino arrancando espigas.24 Los fariseos le dijeron: «Mira, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?»
25 Él les respondió: «¿Nunca habéis leído lo que hizo David cuando tuvo necesidad, cuando él y los que lo acompañaban sintieron hambre,
26 cómo entró en la Casa de Dios, en tiempos del Sumo Sacerdote Abiatar, y comió los panes de la presencia, que sólo a los sacerdotes es lícito comer, y cómo les dio también a los que estaban con él?»
27 Y añadió:
«El sábado ha sido instituido para el hombre, y no el hombre
para el sábado.
28 De suerte que el Hijo del hombre también es señor del sábado.»
Marcos Capítulo 5
Curación del endemoniado de Gerasa.
1 Después llegaron al otro lado del mar, a la región de los gerasenos.
2 Apenas saltó de la barca, vino a su encuentro, de entre los sepulcros, un hombre con espíritu inmundo
3 que moraba entre los sepulcros. Nadie podía ya tenerle atado, ni siquiera con cadenas,
4 pues muchas veces le habían maniatado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, de suerte que nadie podía dominarlo.
5 Y siempre, noche y día, andaba entre los sepulcros y por los montes, dando gritos e hiriéndose con piedras.
6 Al ver de lejos a Jesús, corrió, se postró ante él
7 y gritó con fuerte voz: «¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo de Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.»
8 (Es que él le había dicho: «Espíritu inmundo, sal de este hombre.»)
9 Jesús le preguntó:
«¿Cómo te llamas?» Le contestó: «Me llamo Legión, porque somos muchos.»
10 Y le suplicaba con insistencia que no los echara fuera de la región.
11 Había allí una gran piara de puercos que pacían al pie del monte.
12 Ellos le suplicaron: «Envíanos a los puercos para que entremos en ellos.»
13 Jesús se lo permitió. Entonces los espíritus inmundos salieron y entraron en los puercos, y la piara —unos dos mil— se arrojó al mar de lo alto del cantil y se fueron ahogando en el mar.
14 Los porqueros huyeron y lo contaron en el pueblo y por las aldeas. La gente salió entonces a ver qué había ocurrido.
15 Cuando llegaron donde Jesús y vieron al endemoniado, al que había tenido la Legión, sentado, vestido y en su sano juicio, se llenaron de temor.
16 Los que lo habían visto les contaron lo ocurrido al endemoniado y lo de los puercos.
17 Entonces comenzaron a rogarle que se alejara de su término.
18 Cuando subió a la barca, el que había estado endemoniado le pidió quedarse con él.
19 Pero no se lo concedió, sino que le dijo: «Vete a tu casa, con los tuyos, y cuéntales lo que el Señor ha hecho contigo y cómo ha tenido compasión de ti.»
20 Él se fue y empezó a proclamar por la Decápolis todo lo que Jesús había hecho con él, y todos quedaban maravillados.
Curación de una mujer y resurrección de la hija de Jairo. Mc 5,
21 Jesús pasó de nuevo en la barca a la otra orilla y se aglomeró junto a él mucha gente. Él estaba a la orilla del mar.
22 Llegó entonces uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, que, al verle, cayó a sus pies,
23 y le suplicaba con insistencia: «Mi hija está a punto de morir; ven, impón tus manos sobre ella, para que se salve y viva.»
24 Jesús se fue con él. Le seguía un gran gentío que lo oprimía.
25 Había una mujer que padecía flujo de sangre desde hacía doce años,
26 y que había sufrido mucho con numerosos médicos. Había gastado todos sus bienes sin encontrar alivio; al contrario, había ido a peor.
27 Sabedora de lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y tocó su manto.
28 Y es que pensaba: «Si logro tocar aunque sólo sea sus vestidos, me salvaré.»
29 Inmediatamente se le detuvo la hemorragia y sintió en su cuerpo que quedaba sana del mal.
30 Al instante Jesús, dándose cuenta de la fuerza que había salido de él, se volvió entre la gente y preguntó: «¿Quién me ha tocado los vestidos?»
31 Sus discípulos le contestaron: «Estás viendo que la gente te oprime, ¿y preguntas quién te ha tocado?»
32 Pero él miraba a su alrededor para descubrir a la que lo había hecho.
33 Entonces, la mujer, viendo lo que le había sucedido, se acercó atemorizada y temblorosa, se postró ante él y le contó toda la verdad.
34 Él le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz y queda curada de tu enfermedad.»
35 Mientras estaba hablando, llegaron unos de la casa del jefe de la sinagoga diciendo: «Tu
hija ha muerto. ¿A qué molestar ya al Maestro?»
36 Jesús, que oyó el comentario, dijo al jefe de la sinagoga: «No temas; basta con que tengas fe.»
37 Y no permitió que nadie le acompañara, a no ser Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago.
38 Llegaron a la casa del jefe de la sinagoga y observaron el alboroto, unos que lloraban y otros que daban fuertes gritos.
39 Jesús entró y les dijo: «¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no ha muerto; está dormida.»
40 Los presentes se burlaban de él. Pero él, después de echar fuera a todos, tomó consigo al padre de la niña, a la madre y a los suyos, y entró donde estaba la niña.
41 Tomó entonces la mano de la niña y le dijo: «Talitá kum», que quiere decir: «Muchacha, a ti te digo, levántate.»
42 La muchacha se levantó al instante y se puso a andar, pues tenía doce años. Quedaron fuera de sí, llenos de estupor;
43 él, por su parte, les insistió mucho en que nadie lo supiera. Después les dijo que dieran de comer a la niña.
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Marcos Capítulo 14
La Pasión y la Resurrección de Jesús
La conspiración contra Jesús.
1 Faltaban dos días para la Pascua y los Ázimos. Los sumos sacerdotes y los
escribas buscaban cómo prenderle con engaño y matarlo.
2 Pero
comentaban:
«Durante la fiesta no, no sea que haya una algarada
entre la gente.»
La unción de Jesús en Betania. Mc. 14,
3 Estando Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, recostado a la
mesa, vino una mujer que traía un frasco de alabastro con perfume puro de
nardo, de mucho precio; quebró el frasco y lo derramó sobre su
cabeza.
4 Algunos de los presentes comentaban entre sí
indignados: «¿Para qué este despilfarro de perfume?
5 Se podía
haber vendido este perfume por más de trescientos denarios y habérselos dado
a los pobres.» Y refunfuñaban contra ella.
6 Mas Jesús dijo:
«Dejadla. ¿Por qué la molestáis, si ha hecho una obra buena
conmigo?
7 Porque pobres tendréis siempre con vosotros y podréis
hacerles bien cuando queráis, pero a mí no me tendréis siempre.
8
Ha hecho lo que ha podido. Se ha anticipado a embalsamar mi cuerpo para el
entierro.
9 Yo os aseguro que dondequiera que se proclame la
Buena Nueva, en el mundo entero, se hablará también de lo que ésta ha hecho,
para que su recuerdo perdure.»
La traición de Judas. Mc. 14,
10 Entonces, Judas Iscariote, uno de los Doce, se fue donde los sumos
sacerdotes para entregárselo.
11 Al oírlo ellos, se alegraron y
prometieron darle dinero. A partir de entonces anduvo buscando el momento
oportuno para entregarlo.
Los preparativos para la cena pascual. Mc. 14,
12 El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le preguntaron sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?»
13 Entonces, envió a dos de sus discípulos con este encargo: «Id a la
ciudad. Os saldrá al paso un hombre con un cántaro de agua;
seguidle,
14 y veréis que entra en una casa. Decid entonces al
dueño: ‘El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua
con mis discípulos?’
15 Él os enseñará en el piso superior una
sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para
nosotros.»
16 Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo
encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua.
El anuncio de la traición de Judas. Mc. 14,
17 Al atardecer, llegó él con los Doce.
18 Y mientras comían
recostados, Jesús dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros, que está
comiendo conmigo, me entregará.»
19 Ellos empezaron a
entristecerse y a preguntarle uno tras otro: «¿Acaso soy yo?»
20
Él les dijo: «Uno de los Doce que moja conmigo en el mismo plato.
21
Ciertamente el Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de
aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le habría valido a ese
hombre no haber nacido!»
La Institución de la Eucaristía. Mc. 14,
22 Mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió, se lo dio y
dijo: «Tomad, éste es mi cuerpo.»
23 Tomó luego una copa y,
después de dar las gracias, se la pasó, y bebieron todos de ella.
24
Y les dijo: «Ésta es mi sangre de la alianza, que es derramada por
muchos.
25 Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid
hasta el día en que lo beba, nuevo, en el Reino de Dios.»
El anuncio de las negaciones de Pedro. Mc. 14,
26 Una vez que cantaron los himnos, salieron hacia el monte de los
Olivos.
27 Jesús les dijo:
«Todos os vais a escandalizar,
pues está escrito: Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas.
28 Pero
después de mi resurrección, iré delante de vosotros a Galilea.»
29
Pedro le dijo:
«Aunque todos se escandalicen, yo no.»
30
Jesús le contestó: «Yo te aseguro que hoy, esta misma noche, antes que el
gallo cante dos veces, tú me habrás negado tres.»
31 Pero él
insistía:
«Aunque tenga que morir contigo, no pienso negarte.» Lo mismo
dijeron todos.
La oración de Jesús en Getsemaní. Mc. 14,
32 Fueron a una propiedad, llamada Getsemaní, y dijo a sus discípulos:
«Sentaos aquí, mientras yo hago oración.»
33 Tomó consigo a
Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir pavor y angustia.
34
Les dijo entonces: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos
aquí y velad.»
35 Él se adelantó un poco, cayó en tierra y
suplicaba que a ser posible pasara de él aquella hora.
36 Decía:
«¡Abbá, Padre!, todo es posible para ti; aparta de mí esta copa, pero no sea
lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.»
37 Volvió después y
los encontró dormidos. Dijo entonces a Pedro: «Simón, ¿ya estás dormido?,
¿ni una hora has podido velar?
38 Velad y orad, para que no
caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es
débil.»
39 Y alejándose de nuevo, oró diciendo las mismas
palabras.
40 Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus
ojos estaban cargados. Ellos no sabían qué contestarle.
41 Volvió
por tercera vez y les dijo: «Ahora ya poéis dormir y descansar. Basta ya.
Llegó la hora. Sabed que el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de
los pecadores.
42 ¡Levantaos!
¡Vámonos! Mirad, el que me va
a entregar está cerca.»
El arresto de Jesús. Mc. 14,
43 Todavía estaba hablando, cuando de pronto se presentó Judas, uno de los
Doce, acompañado de un grupo armado con espadas y palos. Venían de parte de
los sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos.
44 El
que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé
un beso, ése es; detenedlo y llevadlo con cautela.»
45 Nada más
llegar, se acercó a él y le dijo: «Rabbí», y le dio un beso.
46
Ellos le echaron mano y le detuvieron.
47 En esto, uno de los
presentes, sacando la espada, hirió al siervo del Sumo Sacerdote, y le llevó
la oreja.
48 Jesús tomó la palabra y les dijo: «¡Habéis salido a
detenerme con espadas y palos, como si fuese un bandido!
49 Todos
los días estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y no me
detuvisteis. Pero todo esto sucede para que se cumplan las
Escrituras.»
50 Todos lo abandonaron y huyeron.
51
Detuvieron a un joven que le seguía cubierto sólo con un lienzo,
52
pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo.
Jesús ante el Sanedrín. Mc. 14,
53 Llevaron a Jesús ante el Sumo Sacerdote. Allí se reunieron todos los
sumos sacerdotes, los ancianos y los escribas.
54 También Pedro
le siguió de lejos, hasta el interior del palacio del Sumo Sacerdote; y se
quedó allí sentado con los criados, calentándose al fuego.
55 Los
sumos sacerdotes y el Sanedrín en pleno andaban buscando contra Jesús un
testimonio para darle muerte, pero no lo encontraban.
56 Eran
muchos los que lo acusaban en falso, pero los testimonios no
coincidían.
57 Algunos, levantándose, dieron contra él este falso
testimonio:
58 «Nosotros le oímos decir: ‘Yo destruiré este
Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por
hombres.’»
59 Pero tampoco en este caso coincidía su
testimonio.
60 Entonces, se levantó el Sumo Sacerdote y,
poniéndose en medio, preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿No oyes lo que
éstos atestiguan contra ti?»
61 Pero él seguía callado y no
respondía nada. El Sumo Sacerdote le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo,
el Hijo del Bendito?»
62 Jesús respondió: «Sí, yo soy; y veréis
al Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir entre las nubes
del cielo.»
63 El Sumo Sacerdote se rasgó las túnicas y dijo:
«¿Qué
necesidad tenemos ya de testigos?
64 Acabáis de oír la blasfemia.
¿Qué os parece?» Todos juzgaron que era reo de muerte.
65
Algunos se pusieron a escupirle; le cubrían la cara y le daban bofetadas,
mientras le
decían: «Adivina.» Y los criados lo recibieron a golpes.
Negaciones de Pedro. Mc. 14,
66 Estando Pedro abajo, en el patio,
llegó una de las criadas del Sumo Sacerdote
67 y, al ver a Pedro
calentándose, lo miró atentamente y le dijo: «También tú estabas con Jesús
de Nazaret.»
68 Pero él lo negó: «Ni sé ni entiendo qué dices», y
salió afuera, al portal. Entonces cantó un gallo.
69 Le vio la
criada y otra vez se puso a decir a los que estaban allí: «Éste es uno de
ellos.»
70 Pero él lo negó de nuevo. Poco después, los que
estaban allí volvieron a decir a Pedro: «Ciertamente eres de ellos, pues
además eres galileo.»
71 Pero él se puso a echar imprecaciones y
a jurar: «¡Yo no conozco a ese hombre de quien habláis!»
72
Inmediatamente cantó un gallo por segunda vez. Pedro recordó entonces lo que
le había dicho Jesús: «Antes que el gallo cante dos veces, me habrás negado
tres.» Y rompió a llorar.
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