SEGUNDA CARTA A LOS CORINTIOS
Pablo fue atacado por sus propios evangelizadores, por lo que se muestra un Pablo preocupado, enfermo y con problemas. Lo que lo lleva a buscar comprender la realidad a la luz del evangelio para actuar como discípulo auténtico de Jesús.
Los siguientes capítulos de la Carta, son los que vamos a utilizar en los talleres de oración, para meditar sobre Dios como Padre amoroso. En la lectio divina los consultaremos como texto referentes al Evangelio, según el año litúrgico. También será base de análisis o estudio en las reuniones de grupo y material para las catequesis. Preparemonos para escudriñar el mundo de las Escrituras Sagradas.
2 Corintios Capítulo 1
Saludo inicial.
1 Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Timoteo, el hermano, a la iglesia de Dios que está en Corinto y a todos los santos que habitan en la región de Acaya.
2 Os deseamos gracia y paz de parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo.
Acción de gracias.
3 ¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación!
4 Él nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos consolar a los que se sienten atribulados, ofreciéndoles el consuelo que nosotros mismos recibimos de Dios.
5 Pues, así como abundan en nosotros los sufrimientos de Cristo, igualmente abunda nuestro consuelo por medio de Cristo.
6 Si somos atribulados, lo somos para consuelo y salvación vuestra; si somos consolados, lo somos para vuestro consuelo, que os hace soportar con paciencia los mismos sufrimientos que también nosotros soportamos.
7 Nuestra esperanza respecto de vosotros se mantiene firme, pues sabemos que, del mismo modo que compartís nuestros sufrimientos, también seréis partícipes de nuestra consolación.
8 No queremos que lo ignoréis, hermanos: la tribulación sufrida en Asia nos abrumó hasta el extremo; superó de tal modo nuestras fuerzas, que perdimos la esperanza de conservar la vida.
9 Hemos sentido la amenaza de la muerte, pero eso ha servido para que no pongamos nuestra confianza en nosotros mismos, sino en Dios, que resucita a los muertos.
10 Él nos libró de tan mortal peligro, y seguirá librándonos. Esperamos que así lo hará,
11 siempre que colaboréis rezando por nosotros, para que la gracia obtenida por intervención de muchos sea por muchos agradecida en nuestro nombre.
APOLOGIA DEL MINISTERIO DE PABLO Y RECONCILIACION CON LOS CORINTIOS
La sinceridad de Pablo.
12 El testimonio de nuestra conciencia hace que nos sintamos orgullosos, pues nos dice que nos hemos conducido en el mundo —y sobre todo respecto de vosotros— con la sencillez y sinceridad que vienen de Dios; no con una sabiduría meramente humana, sino con la gracia de Dios.
13 De hecho, no os escribimos nada que no podáis leer y comprender. Y espero que comprendáis plenamente
14 —ya nos habéis comprendido en parte— que somos nosotros el motivo de vuestro orgullo, lo mismo que vosotros seréis el nuestro el día en que se manifieste nuestro Señor Jesús.
15 Convencido de esto, había pensado ir primero a visitaros, a fin de procuraros una segunda gracia.
16 Mi proyecto era haber pasado por vosotros camino de Macedonia, para volver a visitaros a mi regreso de allí. Así podría ser encaminado por vosotros hacia Judea.
17 ¿Obré con ligereza al proponerme este plan? ¿Pensáis quizá que mis proyectos se inspiraban en la carne, dando en mí cabida, al mismo tiempo, al sí y al no?
18 Pongo a la fidelidad de Dios por testigo de que la palabra que os dirigimos no es sí y no.
19 Porque el Hijo de Dios, Cristo Jesús, a quien os predicamos Silvano, Timoteo y yo, no fue sí y no; en él no hubo más que sí.
20 Todas las promesas hechas por Dios han tenido su sí en él; por eso decimos «Amén» por medio de él cuando alabamos a Dios.
21 Es Dios el que nos conforta en Cristo a nosotros y a vosotros, y el que nos ungió.
22 Él fue quien nos marcó con su sello y quien puso el Espíritu en nuestros corazones, como arras de lo venidero.
Razones de Pablo para no volver a Corinto.
23 Dios es testigo —¡y pondría en juego mi vida!— de que, si todavía no he ido a Corinto, ha sido por consideración a vosotros.
24 Nosotros no pretendemos dominar sobre vuestra fe, pues ya os mantenéis firmes en ella; sólo queremos contribuir a vuestra alegría.
2 Corintios Capítulo 2
1 En mi interior tomé la decisión de no volver a visitaros, si eso había de causaros tristeza.
2 Porque si yo os entristezco, ¿quién podría alegrarme, sino el que se ha entristecido por mi causa?
3 Y si os escribí aquello, fue para que no me entristeciesen a mi ida precisamente los mismos que deberían procurarme alegría. Pues estaba convencido de que mi alegría y la vuestra deberían coincidir.
4 Efectivamente, os escribí tremendamente afligido y con el corazón angustiado; incluso lloré. Pero no lo hice para entristeceros, sino para que os dierais cuenta de lo mucho que os quiero.
El perdón al ofensor
5 Si alguien me ha causado tristeza, no sólo me la ha causado a mí, sino en cierto sentido —para no exagerar— a todos vosotros.
6 Bastante tiene ese tal con el castigo que le ha impuesto la mayoría.
7 Por eso, es mejor que ahora le perdonéis y le animéis, no sea que se hunda en una excesiva tristeza.
8 Os suplico, pues, que, por encima de todo, le demostréis el amor que le tenéis.
9 Ya antes os escribí con la intención de probaros, por ver si vuestra obediencia era perfecta.
10 Así que estoy dispuesto a perdonar a quien vosotros perdonéis. Y si yo perdoné entonces —si había algo que perdonar—, lo hice por vosotros y en presencia de Cristo,
11 para no ser engañados por Satanás, pues ya conocemos sus artimañas.
Los frutos del ministerio apostólico
12 Llegué, pues, a Tróade para predicar el Evangelio de Cristo, pero, aun cuando se me había abierto una gran puerta para anunciar al Señor,
13 mi espíritu no tuvo punto de reposo, pues no encontré a Tito, mi hermano. Así que me despedí de ellos y salí para Macedonia.
14 ¡Gracias sean dadas a Dios, que nos asocia siempre a su triunfo en Cristo, y difunde por todas partes, a través de nosotros, el olor de su conocimiento!
15 Pues nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo, que se expande entre los que se salvan y entre los que se pierden:
16 para los unos, olor de «muerte» que mata; para los otros, olor de «vida» que vivifica. ¿Pero quién es capaz de esto?
17 Ciertamente no somos nosotros como muchos, que negocian con la palabra de Dios. Antes bien, hablamos en interés de Cristo, con sinceridad, y conscientes de que lo hacemos de parte de Dios y en su presencia.
2 Corintios Capítulo 3
Las credenciales de Pablo
1 ¿Creéis que, al decir esto, estamos empezando de nuevo a elogiarnos? ¿Necesitamos quizá, como algunos, presentaros cartas de recomendación, o incluso exigíroslas?
2 Vosotros sois nuestra carta, escrita en vuestros corazones, conocida y leída por todos los hombres.
3 Evidentemente sois una carta de Cristo, redactada con nuestro ministerio; escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; y no en tablas de piedra, sino en tablas de carne, en los corazones.
La superioridad de la Nueva Alianza
4 Ésta es la confianza que tenemos ante Dios, gracias a Cristo.
5 Pues nosotros no podemos atribuirnos cosa alguna, como si fuera nuestra, ya que nuestra capacidad viene de Dios.
6 Él nos capacitó para ser ministros de una nueva alianza, no de la letra, sino del Espíritu, pues la letra mata, mas el Espíritu da vida.
7 Pensemos que si el ministerio de la muerte, grabado con letras sobre tablas de piedra, resultó glorioso hasta el punto de no poder los israelitas mirar el rostro de Moisés a causa del resplandor que emitía —aunque pasajero—,
8 ¡cuánto más glorioso no será el ministerio del Espíritu!
9 Pues si el ministerio de la condenación fue glorioso, con mucha más razón lo será el ministerio de la salvación.
10 Pues, en este aspecto, lo que era glorioso ya no lo es, en comparación con esta gloria sobreeminente.
11 Y si aquello, que era pasajero, fue glorioso, ¡cuánto más glorioso será lo permanente!
La libertad apostólica 2Cor3,12-18
12 Gracias a esta esperanza, podemos proceder con toda franqueza,
13 y no como Moisés, que se cubría el rostro con un velo para impedir que los israelitas vieran el fin de lo que era pasajero...
14 Pero se embotaron sus inteligencias. En efecto, hasta el día de hoy permanece ese mismo velo en la lectura del Antiguo Testamento, y no se levanta, pues sólo en Cristo desaparece.
15 Hasta el día de hoy, siempre que se lee a Moisés, un velo ciega sus mentes.
16 Y cuando se convierta al Señor, caerá el velo.
17 Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad.
18 Y todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, nos vamos transformando en esa misma imagen, cada vez más gloriosos. Así es como actúa el Señor, que es Espíritu.
2 Corintios Capítulo 4
La luz del Evangelio
1 Por esto, investidos de este ministerio por la misericordia de Dios, no desfallecemos.
2 Antes bien, hemos repudiado el silencio vergonzoso, evitando proceder con astucia o falsear la palabra de Dios; al contrario, al manifestar la verdad, nos recomendamos a toda conciencia humana delante de Dios.
3 Y si todavía se piensa que nuestro Evangelio está velado, lo está para los que se pierden,
4 para los incrédulos. El dios de este mundo cegó a éstos su entendimiento, para impedir que vean el resplandor del glorioso Evangelio de Cristo, que es imagen de Dios.
5 No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús.
6 Pues el mismo Dios que dijo ‘Del seno de las tinieblas brille la luz’ la ha hecho brillar en nuestras mentes, para iluminarnos con el conocimiento de la gloria de Dios, que brilla en el rostro de Cristo.
Tribulaciones y esperanzas del ministerio apostólico.
7 Pero llevamos este tesoro en recipientes de barro, para que se vea claramente que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no de nosotros.
8 Vivimos siempre apretados, pero no aplastados; apurados, pero no desesperados;
9 perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no rematados.
10 Llevamos siempre en nuestros cuerpos, por todas partes, la muerte de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo.
11 Pues, aunque vivimos, nos vemos continuamente expuestos a la muerte por causa de Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 12 De modo que la muerte actúa en nosotros, pero en vosotros la vida.
13 Está escrito: Creí, por eso hablé. Pues bien, conforme a ese espíritu de fe, también nosotros creemos, y por eso hablamos,
14 sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará con Jesús y nos presentará ante él junto con vosotros.
15 Y todo esto ha redundado en vuestro provecho, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios.
16 Todo esto nos ayuda a no desfallecer. Además, aunque nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando día a día.
17 En efecto, la leve tribulación de un momento proporciona un desmesurado y rebosante caudal de gloria eterna
18 a cuantos no ponemos nuestros ojos en las cosas visibles, sino en las invisibles. Pues las cosas visibles son pasajeras, mas las invisibles son eternas.
Comentarios
Publicar un comentario