PRIMERA CARTA A TIMOTEO
Es considerada una carta pastoral, porque está dirigida a algunos líderes de las primeras comunidades cristianas. Tratando temas relacionadas a los problemas de la época y establece prácticas y cualidades de los miembros para dar estabilidad a la iglesia.
Los siguientes capítulos de este libro, son los que vamos a utilizar en los talleres de oración, para meditar sobre Dios como Padre amoroso. En la Lectio Divina los consultaremos como texto referentes al Evangelio, según el año litúrgico. También será base para temas de análisis o estudio en las reuniones de grupo y material para las catequesis. Preparemonos para escudriñar el mundo de las Escrituras Sagradas.
1 Timoteo Capítulo 1
Saludo inicial.
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús, por mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús nuestra esperanza,
2 a Timoteo, verdadero hijo mío en la fe:
gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro.
Los falsos maestros.
3 Al partir yo para Macedonia te rogué que permanecieras en Éfeso para que mandaras a algunos que no enseñasen doctrinas extrañas,
4 ni dedicasen su atención a fábulas y genealogías interminables, que se prestan más para promover disputas que para realizar el plan de Dios, fundado en la fe.
5 El fin de este mandato es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera.
6 Algunos, desviados de esta línea de conducta, han venido a caer en una vana palabrería;
7 pretenden ser maestros de la Ley sin entender lo que dicen ni lo que tan rotundamente afirman.
El verdadero alcance de la Ley
8 Sí, ya sabemos que la Ley es buena, con tal que se la tome como ley,
9 teniendo bien presente que la ley no ha sido instituida para el justo, sino para los prevaricadores y rebeldes, para los impíos y pecadores, para los irreligiosos y profanadores, para los parricidas y matricidas, para los asesinos,
10 adúlteros, homosexuales, traficantes de esclavos, mentirosos, perjuros y para todo lo que se opone a la sana doctrina,
11 según el Evangelio de la gloria de Dios bienaventurado, que se me ha confiado.
La vocación de Pablo
12 Doy gracias a aquel que me revistió de fortaleza, a Cristo Jesús, Señor nuestro, que me consideró digno de confianza al colocarme en el ministerio,
13 a mí que antes fui un blasfemo, un perseguidor y un insolente. Pero encontré misericordia porque obré por ignorancia cuando no era creyente.
14 Pero la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí, juntamente con la fe y la caridad en Cristo Jesús.
15 Es cierta y digna de ser aceptada por todos esta afirmación: Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo.
16 Y si encontré misericordia fue para que en mí, el primero, manifestase Jesucristo toda su paciencia y sirviera de ejemplo a los que habían de creer en él para obtener vida eterna.
17 Al Rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Recomendación a Timoteo.
18 Esta es la recomendación, hijo mío Timoteo, que yo te hago, de acuerdo con las profecías pronunciadas sobre ti anteriormente. Combate, apoyado en ellas, el buen combate,
19 conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe;
20 entre éstos están Himeneo y Alejandro, a quienes entregué a Satanás para que aprendiesen a no blasfemar.
1 Timoteo Capítulo 2
La oración litúrgica.
1 Ante todo recomiendo que se hagan plegarias, oraciones, súplicas y acciones de gracias por todos los hombres;
2 por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad.
3 Esto es bueno y agradable a Dios, nuestro Salvador,
4 que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.
5 Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también,
6 que se entregó a sí mismo como rescate por todos. Tal es el testimonio dado en el tiempo oportuno,
7 y de este testimonio yo he sido constituido heraldo y apóstol —digo la verdad, no miento—, maestro de los gentiles en la fe y en la verdad.
El modo de orar
8 Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar elevando hacia el cielo unas manos piadosas, sin ira ni discusiones.
9 Así mismo que las mujeres, vestidas decorosamente, se adornen con pudor y modestia, no con trenzas ni con oro o perlas o vestidos costosos,
10 sino con buenas obras, como conviene a mujeres que hacen profesión de piedad.
11 La mujer oiga la instrucción en silencio, con toda sumisión.
12 No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio.
13 Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar.
14 Y el engañado no fue Adán, sino la mujer que, seducida, incurrió en la transgresión.
15 Con todo, se salvará por su maternidad mientras persevere con modestia en la fe, en la caridad y en la santidad.
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