PRIMERA CARTA DE JUAN
Es considerada una circular que puede ser aplicada a varias comunidades, el autor destaca el poder salvífico de la Sangre de Cristo, porque había un grupo de personas que afirmaban amar a Dios y poder hacer lo que ellos quisiesen sin temor al reparo y separados de los cristianos.
Los siguientes capítulos de este libro, son los que vamos a utilizar en los talleres de oración, para meditar sobre Dios como Padre amoroso. En la Lectio Divina los consultaremos como texto referentes al Evangelio, según el año litúrgico. También será base de análisis o estudio en las reuniones de grupo y material para las catequesis. Preparemonos para escudriñar el mundo de las Escrituras Sagradas.
1 Juan Capítulo 1
Prólogo
1 Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos acerca de la Palabra de vida, os lo anunciamos.
2 En efecto, la Vida se manifestó, y nosotros, que la hemos visto, damos testimonio y os anunciamos la Vida eterna, que estaba junto al Padre y que se nos manifestó.
3 Os anunciamos lo que hemos visto y oído, para que también vosotros estéis en comunión con nosotros.
Nosotros estamos en comunión con el Padre y con su Hijo Jesucristo.
4 Os escribimos esto para que nuestro gozo sea completo.
EXHORTACION A VIVIR EN LA LUZ
Dios es luz
5 Y éste es el mensaje que hemos oído de él y que os anunciamos:
Dios es Luz, y en él no hay tiniebla alguna.
6 Si decimos que estamos en comunión con él, pero resulta que caminamos en tinieblas, estamos mintiendo y no actuamos conforme a la verdad.
7 Pero si caminamos en la luz, tal como él mismo está en la luz, estamos en comunión unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos purifica de todo pecado.
El reconocimiento de nuestros pecados.
8 Si decimos: «No tenemos pecado», nos engañamos y no hay verdad en nosotros.
9 Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia.
10 Si decimos: «No hemos pecado», hacemos de él un mentiroso y su palabra no está en nosotros.
1 Juan Capítulo 2
1 Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis.
Pero si alguno peca, tenemos un abogado ante el Padre:
a Jesucristo, el Justo.
2 Él es víctima propiciatoria por nuestros pecados; pero no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.
El cumplimiento de los mandamientos.
3 Estaremos seguros de conocerle si cumplimos sus mandamientos.
4 Quien dice: «Yo le conozco» y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso y la verdad no está en él.
5 Pero quien guarda su palabra tenga por cierto que el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.
En esto conocemos que estamos en él.
6 Quien dice que permanece en él, debe vivir como vivió él.
7 Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo,
que ya conocéis desde el principio.
Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado.
El mandamiento nuevo
8 Sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo —verdadero en él y en vosotros—, pues las tinieblas pasan y la luz verdadera ya está brillando.
9 Quien dice que está en la luz, pero aborrece a su hermano, sigue todavía en tinieblas.
10 Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza.
11 Pero quien aborrece a su hermano vive y camina entre tinieblas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
Los destinatario de la carta.
12 Os escribo a vosotros, hijos míos, porque vuestros pecados han sido perdonados en virtud de su nombre.
13 Os escribo a vosotros, padres, porque ya conocéis al que existe desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno.
14 Os escribo, hijos, porque conocéis al Padre.
Os escribo a vosotros, padres, porque ya conocéis al que es desde el principio. Os escribo, jóvenes, porque sois fuertes, porque conserváis la palabra de Dios y habéis vencido al Maligno.
El desapego del mundo.
15 No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él.
16 Porque todo cuanto hay en el mundo —la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos
y la jactancia de las riquezas— no viene del Padre, sino del mundo.
17 El mundo y sus concupiscencias pasan; pero quien cumple la voluntad de Dios vivirá para siempre.
Los anticristos.
18 Hijos míos, ha llegado la última hora.
Habéis oído que vendría un Anticristo; y la verdad es que han aparecido muchos anticristos.
Por eso nos damos cuenta que ha llegado la última hora.
19 Salieron de entre nosotros, aunque no eran de los nuestros.
Pues si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros.
Así se ha puesto de manifiesto que no todos son de los nuestros.
20 Vosotros habéis recibido la unción del Santo, y todos vosotros lo sabéis.
21 No os escribí porque desconozcáis la verdad, sino porque ya la conocéis y sabéis que ningún mentiroso procede de la verdad.
22 ¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es precisamente el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo.
23 Todo el que niega al Hijo no posee al Padre; pero todo el que confiesa al Hijo posee también al Padre.
La perseverancia en la verdad.
24 En cuanto a vosotros, deseo que sigáis conservando lo que oísteis desde el principio. Si permanece en vosotros lo que oísteis desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre.
25 Pues ésta es la promesa que él mismo os hizo: la vida eterna.
26 Os he escrito esto porque algunos tratan de engañaros.
27 Pero tened presente que la unción que de él habéis recibido sigue estando en vosotros y no necesitáis que nadie os enseñe.
Pero como su unción os enseña todo lo que necesitáis saber —y es verdadera y no mentirosa—, seguid permaneciendo en él.
28 Como os digo, hijos míos, permaneced en él para que, cuando se manifieste, nuestra confianza sea plena y no quedemos avergonzados y rechazados en su Venida.
29 Si sabéis que él es justo, reconoced que quien hace lo que es justo ha nacido de él.
1 Juan Capítulo 3
EXHORTACION A VIVIR COMO HIJOS DE DIOS.
La filiación divina.
1 Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!...
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1 Juan 3, 1-24
1 Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!
Por eso el mundo no nos conoce, porque no le reconoció a él.
2 Queridos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado lo que seremos.
Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal cual es.
La conducta de los hijos de Dios.
3 Quien tiene esta esperanza en él se purifica, porque él es puro.
4 Todo el que comete pecado comete una acción malvada, pues el pecado es la maldad.
5 Y sabéis que él se manifestó para borrar los pecados, pues en él no hay pecado.
6 Quien permanece en él, no peca; por eso, el que peca no le ha visto ni conocido.
7 Hijos míos, que nadie os engañe: el que obra la justicia es justo, porque él es justo.
8 Quien comete el pecado es del diablo, porque el diablo ha pecado desde el principio, y el Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo.
9 Quien ha nacido de Dios no peca, porque su germen mora en él; es decir, no puede pecar porque ha nacido de Dios.
10 En esto se reconocen los hijos de Dios y los hijos del diablo: quien no hace lo que es justo no es de Dios, y quien no ama a su hermano, tampoco.
El amor fraterno.
11 Pues éste es el mensaje que oísteis desde el principio: que nos amemos unos a otros.
12 No como Caín, que, al ser del Maligno, mató a su hermano.
¿Y por qué lo mató?
Porque sus obras eran malas, mientras que eran justas las obras de su hermano.
13 No os extrañéis, hermanos, si el mundo os aborrece.
14 Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida, porque amamos a los hermanos.
Quien no ama está instalado en la muerte.
15 Todo el que odia a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino posee vida eterna en sí mismo.
16 En una cosa hemos conocido qué es el amor: en que él dio su vida por nosotros.
Así que también nosotros debemos dar la vida por los hermanos.
17 Si alguno que posee bienes materiales ve que su hermano está necesitado y le cierra sus entrañas,
¿cómo puede residir en él el amor de Dios?
18 Hijos míos, no amemos de palabra, sólo con la boca, sino con obras y según la verdad.
19 En esto sabremos que somos de la verdad, y tendremos nuestra conciencia tranquila ante él,
20 aunque nuestra conciencia nos condene, pues Dios, que lo sabe todo, está por encima de nuestra conciencia.
21 Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos confianza total en Dios,
22 y obtendremos de él todo lo que le pidamos, porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
23 Y este es su mandamiento: que creamos en su Hijo, Jesucristo, y que nos amemos unos a otros según el mandamiento que nos dio.
24 Quien guarda sus mandamientos mora en Dios y Dios en él; y en esto conocemos que mora en nosotros: en que nos ha dado el Espíritu.
1 Juan Capítulo 4
La verdadera y la falsa inspiración.
1 Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu; antes bien, comprobad si los espíritus son de Dios...
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1 Juan 4, 1-6
1 Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu; antes bien, comprobad si
los espíritus son de Dios, pues son muchos los falsos profetas que han
venido al mundo.
2 En esto podréis reconocer quién tiene el espíritu
de Dios: todo el que confiesa que Jesucristo vino como verdadero hombre,
ése tiene el espíritu de Dios;
3 y todo el que no confiesa a
Jesús, ése no tiene el espíritu de Dios. Ese tal es del Anticristo, el que
oísteis que iba a venir; pues bien, ya está en el mundo.
4 Vosotros,
hijos míos, sois de Dios y los habéis vencido.
Pues el que está en
vosotros es más que el que está en el mundo.
5 Ellos son del
mundo; por eso hablan según el mundo, y el mundo los escucha.
6 Nosotros
somos de Dios. El que conoce a Dios nos escucha; el que no es de Dios no
nos escucha.
En esto podemos reconocer el espíritu de la verdad y el
del error.
EXHORTACION A VIVIR EN EL AMOR
Dios es amor.
1 Juan 4, 7-21
7 Queridos, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo
el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios.
8 Quien no ama no
ha conocido a Dios, porque Dios es Amor.
9 En esto se manifestó
entre nosotros el amor de Dios; en que Dios envió al mundo a su Hijo
único,
para que vivamos por medio de él.
10 En esto
consiste el amor: no en que hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y
nos envió a su Hijo como víctima de expiación, para el perdón de nuestros
pecados.
11 Queridos, si Dios nos ha amado de esta manera,
también nosotros debemos amarnos unos a otros.
12 A Dios nadie
le ha visto nunca. Pero, si nos amamos unos a otros, Dios mora en
nosotros, y podemos decir que su amor ha llegado en nosotros a la
perfección.
13 En esto reconocemos que moramos en él y él en
nosotros: en que nos ha dado su Espíritu.
14 Y nosotros, que
hemos visto, podemos dar testimonio de que el Padre ha enviado a su Hijo,
como Salvador del mundo.
15 Si uno confiesa a Jesús como Hijo de
Dios, Dios mora en él y él en Dios.
16 Y nosotros hemos conocido
y creído en el amor que Dios nos tiene.
Dios es Amor: y el que se
mantiene en el amor se mantiene en Dios y Dios en él.
La plenitud del amor.
17 En esto conoceremos que el amor ha alcanzado en nosotros su plenitud: en que tengamos confianza en el día del Juicio, pues según es Jesucristo, así seremos nosotros en este mundo.18 No cabe temor en el amor; antes bien, el amor pleno expulsa el temor, porque el temor entraña castigo; así que quien teme no ha alcanzado la plenitud en el amor.
19 Nosotros amamos porque él nos amó primero.
20 Si alguno dice: «Yo amo a Dios», y a la vez odia a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve.
21 Y nosotros hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano.
1 Juan Capítulo 5
La fe y el amor.
1 Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios...
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1 Juan 5, 1-21
1 Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios; y todo el que
ama a aquel que da el ser amará también al que ha nacido de él.
2
En esto podemos conocer que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y
cumplimos sus mandamientos.
3 Pues el amor a Dios consiste en
guardar sus mandamientos. Y sus mandamientos no son pesados,
4 pues
todo lo que nace de Dios vence al mundo. Y la fuerza que vence al mundo es
nuestra fe.
5 ¿Quién es el que vence al mundo sino el que cree
que Jesús es el Hijo de Dios?
El testimonio sobre el Hijo de Dios.
6 Jesucristo fue el que vino con agua y con sangre; no solamente con
el agua, sino con el agua y con la sangre.
Y el Espíritu da
testimonio de ello, porque el Espíritu es la Verdad.
7 Tres son
los que dan testimonio:
8 el Espíritu, el agua y la sangre, y
los tres convergen en lo mismo.
9 Si somos capaces de aceptar
el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios.
Y éste
es el testimonio que Dios ha dado acerca de su Hijo.
10 Quien
cree en el Hijo de Dios posee el testimonio dentro de sí; pero quien no
cree a Dios le deja por mentiroso, porque no ha creído en el testimonio
que Dios ha dado acerca de su Hijo.
11 Y éste es el testimonio:
que Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en su Hijo.
12 Quien
tiene al Hijo, tiene la Vida; quien no tiene al Hijo de Dios no tiene la
Vida.
13 Os he escrito estas cosas a los que creéis en el Hijo
de Dios, para que os deis cuenta de que tenéis Vida eterna.
La oración por los pecadores.
14 Ésta es la confianza plena que tenemos en él: que si le pedimos
algo conforme a su voluntad, seguro que nos escucha.
15 Y si
sabemos que él escucha todo cuanto le pedimos, también sabemos que tenemos
conseguido todo lo que hayamos pedido.
16 Si alguno ve que su
hermano comete algún pecado que no conduce a la muerte, que pida, y Dios
le dará vida —esto a los que cometan pecados que no conducen a la muerte,
pues hay un pecado de muerte; por ése no digo que pida—.
17 Toda
iniquidad es pecado, pero hay pecados que no conducen a la muerte.
Resumen final.
18 Sabemos que quien ha nacido de Dios no peca, pues lo protege el
Engendrado de Dios, y el Maligno no lo toca.
19 Sabemos que
somos de Dios y que el mundo entero está sometido al poder del Maligno.
20 Pero
sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para
conocer al Verdadero.
Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo
Jesucristo. Éste es el Dios verdadero y la Vida eterna.
21 Hijos
míos, guardaos de los ídolos...
El siguiente volumen contiene dos obras de san Agustín: "Exposición de la Carta a los Gálatas" y "Homilías sobre la Carta de san Juan a los Partos" esto es, la Primera Carta de san Juan. Además de sus diferencias, ambas tienen cosas en común: el versar las dos sobre cartas apostólicas; el que sus autores, san Pablo y san Juan, son los autores neotestamentarios más apreciados por el pastor de Hipona; el que su origen no se debió a peticiones que le llegaran de fuera, sino a una opción puramente personal del santo, aunque esto último lo afirma explícitamente solo de la segunda obra.
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