32. Abandono
Nunca es demasiado largo el camino
para llegar al encuentro del Amigo,
ni demasiado pequeño el lugar
donde Él habita.
Si los hombres generosos
se ponen en camino
para llegar hasta Ti,
Y te piden con insistencia
los bienes del espíritu,
uno después de otro...
Nosotros, por el contrario,
dejamos las cabalgaduras
en la etapa del abandono total
en tu voluntad,
y renunciamos a seguir el viaje,
en el que siempre paramos,
para volver a partir.
Depositamos nuestra impedimenta
ante el umbral de tu casa.
Oh, mi Dios, nuestros intereses
te los confiamos todos, enteramente.
Dispón, pues,
como fuere de tu agrado;
no nos dejes volver
al sabor de nuestras previsiones,
¡Oh Dios de majestad!
Amén.
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