36. Cántico del Abandono
Padre mío,
hoy levanto mi voz para cantarte
porque, en vez de día,
en vez de sol, con su luz y sus colores,
me has dado sombra,
una noche fría.
Yo te amo,
yo te adoro
porque las olas del mar de tu omnipotencia
irrumpieron y arruinaron
mis sueños y mis castillos;
y deshicieron
los más suaves, los más fuertes,
los más sagrados lazos
de mi existencia.
Yo te amo,
yo te adoro y bendigo
porque, en vez del calor de tu ternura,
descendió a mi huerto
el hielo de la indiferencia
congelando la última flor.
Señor, mi Dios,
yo te bendigo y te alabo porque en tu santa
y dulcísima voluntad
has permitido que las sombras del crepúsculo
desmayasen el colorido de mi juventud;
porque quisiste que yo fuese, no un astro
ni siquiera un cáliz brillante y hermoso
sino un grano de arena, simple e insignificante,
en la inmensa playa de la humanidad.
Si un día te alabé en la alegría
y te canté en medio de esa luz
con la que transfiguraste mi vida
hoy te amo y te adoro bajo la sombra de la cruz.
Te bendigo en la lucha y en el trabajo,
en las piedras y asperezas de la subida;
y el llanto que hoy derramo
es el dulce rocío
de la corola de mi alma agradecida
que te bendice en el tedio y en la pobreza,
en la niebla gris de la tristeza,
porque, así y todo, me diste, cariñoso
esta bóveda azul e infinita
para cubrir, oh Señor, mi desdicha.
Si; yo beso con ternura y abandono
esas manos divinas que me hieren
porque creo firmemente que no cae
un solo cabello ni una hoja
sin la voluntad dulcísima del Padre
que dirige sabiamente
la orquesta sinfónica y divina
del universo.
Sí, Padre poderoso y querido;
desde el fondo más recóndito
del océano de mi alma
te alabo absorto y agradecido
y exulto en un canto de esperanza.
Si un día te atravesaste en mis planes
y programas,
si apagaste un momento la luz de mi llama,
es porque, más allá del brillo de las cosas,
de los aromas, de las flores que fenecen,
hay otro mundo más hermoso que yo diviso,
una Patria en la que nunca anochece
y una Casa de Luz edificada sobre la paz eterna.
En tus manos me pongo;
haz de mí lo que quieras.
Amén.
Comentarios
Publicar un comentario