51. Solidaridad
Cristo Jesús,
fuiste Tú el primer solidario.
Renunciando a los esplendores de la divinidad,
Te hiciste solidario del hombre,
pobre peregrino con su soledad a cuestas,
participando en la caravana de la existencia
humana hasta las últimas consecuencias.
Haz de mí un ser solidario para
poder caminar junto al inválido,
dar la mano al ciego,
Asistir a los que mueren
abandonados en los hospitales,
Enseñar a leer y escribir a los analfabetos,
Ofrecer un rincón de la casa a los
expulsados de su casa por no haber
podido pagar el precio del alquiler,
Prestar ayuda al que se encuentra
en una emergencia extrema,
Protestar por los que han sido
torturados o los que fueron inmolados
por defender a los oprimidos,
Quitar el pan de la boca para
dárselo al hambriento que
se muere en el camino,
Participar en el funeral de los muertos por
accidente en las fábricas, en los andamios,
en cualquier campo de trabajo,
o los que cayeron en la calle acribillados
por los agentes de la represión
Ponerme en la mira de la policía por haber
alzado la voz en favor de los oprimidos,
Formar fila en la gran marcha de los que luchan
por los derechos humanos,
Por la unión de los trabajadores,
por mejores salarios,
por la promoción de sensibilidad fraterna,
de la justicia y de la paz.
Todos éstos se sentarán a tu derecha,
Señor, nimbados con la aureola de las bienaventuranzas:
los perseguidos por la justicia, y los que trabajaron por la Paz.
Amén.
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