EVANGELIO SEGUN SAN MATEO
El evangelista Mateo, presenta a Jesús como el Mesías que proclama la llegada del Reino de Dios. Gusta de hacer referencias al Antiguo Testamento para comprobar que, en Jesús se cumplieron la ley de los profetas mesiánicos. Mateo ofrece una perspectiva de Jesús como el Hijo de Dios que ama al Padre y hace de este amor la norma que rige su vida.
Los siguientes capítulos de este libro, son los que vamos a utilizar en los talleres de oración, para meditar sobre Dios como Padre amoroso. En la lectio divina los usaremos según el año litúrgico. También los usaremos de base para temas de análisis o estudio en las reuniones de grupo y material para las catequesis. Preparemonos para escudriñar el mundo de las Escrituras Sagradas.
Mateo Capítulo 1
EL EVANGELIO DE LA INFANCIA DE JESUS
Genealogía de Jesús.
1 Libro del origen de Jesucristo, hijo de David...
Continuar leyendo Mateo 1, 1-17
1 Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán:
2 Abrahán engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos,
3 Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrón, Esrón engendró a Arán,
4 Arán engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón,
5 Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé,
6 Jesé engendró al rey David. David engendró, de la mujer de Urías, a Salomón,
7 Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf,
8 Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ozías,
9 Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías,
10 Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías,
11 Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.
12 Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel,
13 Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor,
14 Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Ajín, Ajín engendró a Eliud,
15 Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob,
16 y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.
17 Así que el total de las generaciones desde Abrahán hasta David es de catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, otras catorce; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, otras catorce.
La concepción virginal y el nacimiento de Jesús. Mt 1, 18-25
Mateo 1, 18-25
18 El origen de Jesucristo fue de la siguiente manera. Su madre, María, estaba desposada con José; pero, antes de empezar a estar juntos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.
19 Su marido José, que era justo, pero no quería infamarla, resolvió repudiarla en privado.
20 Así lo tenía planeado, cuando el ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo.
21 Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.»
22 Todo esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta:
23 La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros».
24 Una vez que despertó del sueño, José hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer.
25 Pero no la conocía hasta que ella dio a luz un hijo, a quien puso por nombre Jesús.
Mateo Capítulo 2
La visita de los Magos.
1 Jesús nació en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes...
Continuar leyendo Mateo 2, 1-12
1 Jesús nació en Belén de Judea, en tiempo del rey Herodes. Unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén,
2 diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Es que vimos su estrella en el Oriente y hemos venido a adorarlo.»
3 El rey Herodes, al oírlo, se sobresaltó, y con él toda Jerusalén.
4 Así que convocó a todos los sumos sacerdotes y escribas del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
5 Ellos le respondieron: «En Belén de Judea, porque así lo dejó escrito el profeta:
6 Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel.»
7 Entonces Herodes llamó aparte a los magos y, gracias a sus datos, pudo precisar el tiempo de la aparición de la estrella.
8 Después los envió a Belén con este encargo: «Id e indagad cuidadosamente sobre ese niño; y cuando lo encontréis, comunicádmelo, para ir también yo a adorarlo.»
9 Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino. La estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño.
10 Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría.
11 Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre. Entonces se postraron y lo adoraron; abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra.
12 Pero, avisados en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su país por otro camino.
El exilio de Jesús en Egipto. Mt 2,
Mateo 2, 13-15
13 Cuando ellos se fueron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
«Prepárate, toma contigo al niño y a su madre y huye a Egipto; y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
14 Él se preparó, tomó de noche al niño y a su madre, y se retiró a Egipto.
15 Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo
dicho por el Señor por medio del profeta:
De Egipto llamé a mi hijo.
La matanza de los inocentes. Mt 2,
Mateo 2, 16-18
16 Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y mandó matar todos los niños de Belén y de toda su comarca, menores de dos años, según el tiempo que había precisado por los magos.
17 Entonces se cumplió lo dicho por el profeta Jeremías:
18 Un clamor se ha oído en Ramá, mucho llanto y lamento:
es Raquel que llora a sus hijos, y no quiere consolarse, porque ya no existen.
El regreso de Egipto. Mt 2,
Mateo 2, 19-23
19 Muerto Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo:
20 «Prepárate, toma contigo al niño y a su madre, y vete a la tierra de Israel, pues ya han muerto los que querían atentar contra la vida del niño.»
21 Él se preparó, tomó consigo al niño y a su madre, y entró en tierra de Israel.
22 Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí. Así que, avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea,
23 y fue a residir en una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliese lo dicho por los profetas:
Será llamado Nazoreo.
Mateo Capítulo 3
La Promulgación del Reino de los Cielos
PARTE NARRATIVA
La predicación de Juan el Bautista. Mt.3
1 Por aquellos días se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea:
Continuar leyendo Mateo 3, 1-ss
2 «Convertíos porque ha llegado el Reino de los Cielos.»
3 Éste es de quien habló el profeta Isaías, cuando dice:
Voz del que clama en el desierto:
Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas.
4 Juan llevaba un vestido hecho de pelos de camello, con un cinturón de cuero a su cintura, y se alimentaba de langostas y miel silvestre.
5 Acudía entonces a él gente de Jerusalén, de toda Judea y de toda la región del Jordán,
6 y eran bautizados por él en el río Jordán, tras confesar sus pecados.
7 Pero, cuando vio venir a muchos fariseos y saduceos a su bautismo, les dijo:
«¡Raza de víboras!, ¿quién os ha enseñado a huir de la ira inminente?
8 Dad, más bien, fruto digno de conversión,
9 y no creáis que basta con decir en vuestro interior: ‘Tenemos por padre a Abrahán’, pues os digo que Dios puede de estas piedras suscitar hijos a Abrahán.
10 Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego.
11 Yo os bautizo con agua en señal de conversión, pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.
12 En su mano tiene el bieldo y va a aventar su parva: recogerá su trigo en el granero, pero la paja la quemará con fuego que no se apaga.»
El bautismo de Jesús. Mt.3
13 Por entonces se presentó Jesús, que venía de Galilea al Jordán, a donde Juan, para ser bautizado por él.
14 Pero Juan trataba de impedírselo y le decía: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y vienes tú donde mí?»
15 Jesús le respondió: «Deja ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.» Entonces le dejó.
16 Una vez bautizado Jesús, salió del agua. En esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y venía sobre él.
17 Y una voz que salía de los cielos decía: «Éste es mi Hijo amado, en quien me complazco.»
Mateo Capítulo 4
Las tentaciones de Jesús en el desierto. Mt.4
1 Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
Continuar leyendo Mateo 4, 1-ss
2 Después de hacer un ayuno de cuarenta días y cuarenta noches, sintió hambre.
3 El tentador se acercó y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes.»
4 Mas él respondió: «Está escrito:
No sólo de pan vive el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.»
5 Entonces el diablo lo llevó consigo a la Ciudad Santa, lo puso sobre el alero del Templo
6 y le dijo: «Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito:
A sus ángeles te encomendará, y en sus manos te llevarán,
para que no tropiece tu pie en piedra alguna.»
7 Jesús le contestó: «También está escrito:
No tentarás al Señor tu Dios.»
8 De nuevo lo llevó consigo el diablo a un monte muy alto, le mostró todos los reinos del mundo y su gloria,
9 y le dijo: «Todo esto te daré si te postras y me adoras.»
10 Dícele entonces Jesús:
«Apártate, Satanás, porque está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, y sólo a él darás culto.»
11 El diablo finalmente lo dejó. Y entonces se acercaron unos ángeles y se pusieron a servirle.
El comienzo de la predicación de Jesús. Mt.4
12 Cuando oyó que Juan había sido entregado, se retiró a Galilea.
13 Pero dejó Nazará y fue a residir a Cafarnaún, junto al mar, en el territorio de Zabulón y Neftalí,
14 para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:
15 ¡Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí, camino del mar, allende el Jordán, Galilea de los paganos!
16 El pueblo que habitaba en tinieblas ha visto una gran luz;
a los que habitaban en paraje de sombras de muerte una luz les ha amanecido.
17 Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «Convertíos, porque el Reino de los Cielos ha llegado.»
Los primeros discípulos. Mt.4
18 Caminando por la ribera del mar de Galilea, vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, largando las redes en el mar, pues eran pescadores.
19 Les dijo: «Venid conmigo, y os haré pescadores de hombres.»
20 Ellos dejaron las redes al instante y le siguieron.
21 Siguió caminando y vio a otros dos hermanos, Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan,
que estaban en la barca con su padre Zebedeo arreglando sus redes; y los llamó.
22 Ellos dejaron al instante la barca y a su padre y le siguieron.
La actividad de Jesús en Galilea. Mt.4
23 Recorría Jesús toda Galilea, enseñando en sus sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando las enfermedades y dolencias de la gente,
24 de modo que su fama llegó a toda Siria. Le traían a todos los que se encontraban mal, con enfermedades y dolencias diversas, endemoniados, lunáticos y paralíticos, y él los curaba.
25 Y le siguió una gran muchedumbre de Galilea, Decápolis, Jerusalén y Judea, y del otro lado del Jordán.
Mateo Capítulo 5
EL SERMON DE LA MONTAÑA
Las bienaventuranzas. Mt.5
1 Viendo a la muchedumbre, subió al monte y se sentó. Sus discípulos se le acercaron.
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2 Entonces, tomando la palabra, les enseñaba así:
3 «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
4 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados.
7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
9 Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios.
10 Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos.
11 Bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan, y cuando, por mi causa, os acusen en falso de toda clase de males.
12 Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.
Sal de la tierra y luz del mundo. Mt.5
13 «Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.
14 «Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.
15 Ni tampoco se enciende una lámpara para ponerla debajo del celemín, sino en el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.
16 Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y alaben a vuestro Padre que está en los cielos.
Jesús y la Ley. Mt.5
17 «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolirlos, sino a darles cumplimiento.
18 Os aseguro que, mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley hasta que todo suceda.
19 Por tanto, el que no dé importancia a uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos.
20 «Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
Comportamiento fraterno. Mt.5
21 «Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás, pues el que mate será reo ante el tribunal.
22 Pues yo os digo que todo aquel que se encolerice contra su hermano será reo ante el tribunal; el que llame a su hermano ‘imbécil’ será reo ante el Sanedrín; y el que le llame ‘renegado’ será reo de la Gehenna de fuego.
23 Entonces, si al momento de presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,
24 deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano. Luego vuelves y presentas tu ofrenda.
25 Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él de camino, no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel.
26 Yo te aseguro que no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo.
El adulterio. Mt.5
27 «Habéis oído que se dijo: No cometerás adulterio.
28 Pues yo os digo que todo el que
mira con deseo a una mujer ya cometió adulterio con ella en su corazón.
29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de tropiezo, sácatelo y arrójalo de ti; más te conviene que se pierda uno de tus miembros, que no que todo tu cuerpo sea arrojado a la Gehenna.
30 Y si tu mano derecha te es ocasión de tropiezo, córtatela y arrójala de ti; te conviene que se pierda uno de tus miembros, antes que todo tu cuerpo vaya a la Gehenna.
El divorcio. Mt.5
31 «También se dijo: El que repudie a su mujer, que le dé acta de divorcio.
32 Pero yo os digo que todo aquel que repudia a su mujer —excepto en caso de fornicación— la hace ser adúltera; y el que se case con una repudiada comete adulterio.
El valor del juramento. Mt.5
33 «Habéis oído también que se dijo a los antepasados: No perjurarás, sino que cumplirás al
Señor tus juramentos.
34 Pues yo os digo que no juréis en modo alguno: ni por el Cielo, porque es el trono de Dios;
35 ni por la Tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey.
36 Ni tampoco jures por tu cabeza, porque ni a uno solo de tus cabellos puedes hacerlo blanco o negro.
37 Limitaos a decir: ‘Sí, sí’ ‘no, no’, pues lo que pasa de aquí proviene del Maligno.
La ley del talión. Mt.5
38 «Habéis oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
39 Pues yo os digo que no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra;
40 al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica déjale también el manto;
41 y al que te obligue a andar una milla vete con él dos.
42 A quien te pida da, y no vuelvas la espalda al que desee que le prestes algo.
El amor a los enemigos. Mt.5
43 «Habéis oído que se dijo:
Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo.
44 Pues yo os digo:
Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan,
45 para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos.
46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No hacen eso mismo también los publicanos?
47 Y si no saludáis más que a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los paganos?
48 Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre del cielo.
Mateo Capítulo 6
La limosna. Mt.6
1 «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para que os vean; en tal caso no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
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2 Así que, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles, con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que con eso ya reciben su paga.
3 Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha.
4 Así tu limosna quedará en secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
La oración. Mt.6
5 «Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, que gustan de orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas, bien plantados, para que los vea la gente. Os aseguro que con eso ya reciben su paga.
6 Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
El Padre nuestro. Mt.6
7 «Ahora bien, cuando oréis, no charléis mucho, como los paganos, que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados.
8 No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que necesitáis antes de pedírselo.
9 «Vosotros, pues, orad así:
Padre nuestro que estás en los cielos,
santificado sea tu Nombre;
10 venga tu Reino;
hágase tu Voluntad,
así en la tierra como en el cielo.
11 Nuestro pan cotidiano dánosle hoy;
12 y perdónanos nuestras deudas,
así como nosotros hemos perdonado a nuestros deudores;
13 y no nos dejes caer en tentación,
mas líbranos del mal.
14 «Que si vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
15 pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas.
El ayuno. Mt.6
16 «Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que la gente vea que ayunan. Os aseguro que con eso ya reciben su paga.
17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu cara,
18 para que tu ayuno sea visto, no por la gente, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
El verdadero tesoro. Mt.6
19 «No os amontonéis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban.
20 Amontonaos más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven y roben;
21 porque donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón.
La luz interior. Mt.6
22 «El ojo es la lámpara del cuerpo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará iluminado;
23 pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad,
¡qué oscuridad habrá!
Dios y las riquezas. Mt.6
24 «Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se dedicará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero.
La confianza en la Providencia. Mt.6
25 «Por eso os digo: No andéis preocupados por vuestra vida, pensando qué comeréis, ni por vuestro cuerpo, discurriendo con qué os vestiréis. ¿No vale más la vida que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
26 Mirad las aves del cielo: no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros, pero vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?
27 Por lo demás, ¿quién de vosotros puede, por más que se preocupe, añadir un solo codo a la medida de su vida?
28 Y del vestido, ¿por qué preocuparos? Observad los lirios del campo, cómo crecen; no se fatigan, ni hilan.
29 Pero yo os digo que ni Salomón, en todo su esplendor, se vistió como uno de ellos.
30 Pues si Dios viste así a la hierba del campo, que hoy es y mañana se echa al horno, ¿no lo hará mucho más con vosotros, hombres de poca fe?
31 No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos?,
32 pues por todas esas cosas se afanan los paganos. Vuestro Padre celestial ya sabe que tenéis necesidad de todo eso.
33 Buscad primero el Reino de Dios y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura.
34 Así que no os preocupéis del mañana, pues el mañana se preocupará de sí mismo: cada día tiene bastante con su propio mal.
Mateo Capítulo 7
La benevolencia para juzgar. Mt.7
1 «No juzguéis, para no ser juzgados.
Continuar leyendo Mateo 7, 1-ss
2 Porque seréis juzgados con el juicio con que juzguéis, y seréis medidos con la medida con que midáis.
3 ¿Cómo eres capaz de mirar la brizna que hay en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que hay en tu ojo?
4 ¿O cómo vas a decir a tu hermano: ‘Deja que te saque la brizna del ojo’, teniendo la viga en el tuyo?
5 Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna del ojo de tu hermano.
El respeto por las cosas sagradas. Mt.7
6 «No deis a los perros lo que es santo, ni echéis vuestras perlas delante de los puercos, no sea que las pisoteen con sus patas, y después, volviéndose, os despedacen.
La eficacia de la oración. Mt.7
7 «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
8 Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.
9 ¿Acaso alguno de vosotros le da una piedra a su hijo cuando le pide pan?;
10 ¿o le da una culebra cuando le pide un pez?
11 Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan!
El resumen de la ley. Mt.7
12 «Por tanto, todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos. En esto consisten la Ley y los Profetas.
El camino de la Vida. Mt.7
13 «Entrad por la entrada estrecha, porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición; y son muchos los que entran por ella.
14 En cambio, ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida! Y pocos son los que lo encuentran.
Los falsos profetas. Mt.7
15 «Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con disfraces de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces.
16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos?
17 Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos.
18 Un árbol bueno no puede producir frutos malos, ni un árbol malo producirlos buenos.
19 Todo árbol que no da buen fruto es cortado y arrojado al fuego.
20 Así que por sus frutos los reconoceréis.
Los auténticos discípulos de Jesús. Mt. 7
21 «No todo el que me diga ‘Señor, Señor’ entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
22 Muchos me dirán aquel Día: ‘Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?’
23 Pero entonces les declararé: ‘¡Jamás os conocí; apartaos de mí, malhechores!’
Practiquen la Palabra de Dios. Mt.7
24 «Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica se parecerá al hombre prudente que edificó su casa sobre roca:
25 cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y embistieron contra aquella casa, pero no se derrumbó, porque estaba cimentada sobre roca.
26 Pero todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica se parecerá al hombre insensato que edificó su casa sobre arena:
27 cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos e irrumpieron contra aquella casa, que se derrumbó, y su ruina fue estrepitosa.»
Conclusión. Mt.7
28 Cuando Jesús acabó estos discursos, la gente se quedó asombrada de su doctrina,
29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como sus escribas.
Mateo Capítulo 8
III. LOS SIGNOS Y LA PREDICACION DEL REINO DE LOS CIELOS
PARTE NARRATIVA: DIEZ MILAGROSCuración de un leproso. Mt 8,
1 Cuando bajó del monte, fue siguiéndole una gran muchedumbre.2 En esto, un leproso se acercó, se postró ante él y le dijo: «Señor, si quieres puedes limpiarme.»
3 Él extendió la mano, lo tocó y dijo: «Quiero, queda limpio.» Y al instante quedó limpio de su lepra.
4 Jesús le dijo: «Mira, no se lo digas a nadie. Pero vete, muéstrate al sacerdote y presenta la ofrenda que prescribió Moisés, para que les sirva de testimonio.»
Curación del sirviente de un centurión. Mt 8,
Mateo 8, 5-13
5 Al entrar en Cafarnaún, se le acercó un centurión y le rogó
6 diciendo: «Señor, mi criado yace en casa paralítico con terribles sufrimientos.»
7 Jesús le contestó: «Yo iré a curarle.»
8 Replicó el centurión: «Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; basta que lo digas de palabra y mi criado quedará sano.
9 Porque también yo, que soy un subalterno, tengo soldados a mis órdenes, y digo a éste ‘Vete’, y va; y a otro ‘Ven, y viene; y a mi siervo ‘Haz esto’, y lo hace.»
10 Al oír esto, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie una fe tan grande.
11 Y os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se pondrán a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los Cielos,
12 mientras que los hijos del Reino serán echados a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.»
13 Luego dijo Jesús al centurión: «Ve y que te suceda como has creído.» Y en aquella hora sanó el criado.
Curación de la suegra de Pedro. Mt 8,
Mateo 8, 14-15
14 Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre.
15 Le tocó la mano y la fiebre desapareció. Ella se levantó y se puso a
servirle.
Diversas curaciones. Mt 8,
Mateo 8, 16-17
16 Al atardecer, le trajeron muchos endemoniados; él, con sólo una palabra, expulsó a los espíritus. Curó también a todos los que se encontraban mal,
17 para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:
Él tomó
nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades.
Exigencias de la vocación apostólica. Mt 8,
Mateo 8, 18-22
18 Viéndose Jesús rodeado de la muchedumbre, mandó pasar a la otra orilla.
19 Entonces se le acercó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adondequiera que vayas.»
20 Jesús replicó:
«Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo
nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.»
21 Otro de los discípulos le dijo: «Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre.»
22 Jesús replicó: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus
muertos.»
La tempestad calmada. Mt 8,
Mateo 8, 23-27
23 Subió a la barca y sus discípulos le siguieron.
24 De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba cubierta por las olas. Jesús estaba dormido.
25 Ellos, acercándose, le despertaron: «¡Señor, sálvanos, que perecemos!»
26 Él replicó: «¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?» Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza.
27 Y aquellos hombres, maravillados, decían: «¿Quién es éste, que hasta
los vientos y el mar le obedecen?»
Curación de dos endemoniados. Mt 8,
Mateo 8, 28-34
28 Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros. Eran tan violentos que nadie se atrevía a pasar por aquel camino.
29 Se pusieron a gritar: «¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios?
¿Has
venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?»
30 Había allí a cierta distancia una gran piara de puercos paciendo.
31 Los demonios le suplicaron: «Si nos echas, mándanos a la piara de puercos.»
32 Jesús les dijo: «Podéis ir.» Ellos salieron y se fueron a los puercos. De pronto toda la piara se arrojó al mar de lo alto del cantil, y perecieron en las aguas.
33 Los porqueros huyeron y, al llegar a la ciudad, lo contaron todo, también lo de los endemoniados.
34 Entonces toda la ciudad salió al encuentro de Jesús y, en cuanto le vieron, le rogaron que se retirase de su territorio.
Mateo Capítulo 9
Curación de un paralítico.
1 Jesús subió a la barca, pasó a la otra orilla y...
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Mateo 9, 1-8
1 Jesús subió a la barca, pasó a la otra orilla y llegó a su pueblo.
2 En esto le trajeron un paralítico postrado en una camilla. Viendo
Jesús la fe que tenían, dijo al paralítico: «¡Ánimo!, hijo, tus pecados
te son perdonados.»
3 Entonces algunos escribas dijeron para
sí: «Éste está blasfemando.»
4 Jesús, sabiendo lo que
pensaban, dijo: «¿Por qué pensáis mal en vuestro interior? ¿Qué es más
fácil, decir ‘Tus pecados te son perdonados’ o decir
5
‘Levántate y anda’?
6 Pues para que sepáis que el Hijo del
hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados —dice entonces al
paralítico—: ‘Le vántate, toma tu camilla y vete a tu casa’.»
7
Él se levantó y se fue a su casa.
8 La gente, al ver aquello,
temió y alabó a Dios, que había dado tal poder a los hombres.
El llamado de Mateo.
9 Cuando se iba de allí, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el despacho de impuestos, y le dijo: «Sígueme.» Él se levantó y le siguió.Jesús ante los pecadores.
Mateo 9, 10-13
10 En cierta ocasión, estando él a la mesa en la casa, vinieron muchos
publicanos y pecadores, que se sentaron a la mesa con Jesús y sus
discípulos.
11 Al verlo los fariseos, dijeron a los
discípulos: «¿Por qué come vuestro maestro con los publicanos y
pecadores?»
12 Mas él, al oírlo, dijo: «No necesitan médico
los que están fuertes, sino los que están mal.
13 Id, pues, a
aprender qué significa Misericordia quiero, que no sacrificio. Porque no
he venido a llamar a justos, sino a pecadores.»
Discusión sobre el ayuno.
Mateo 9, 14-17
14 Entonces se le acercaron los discípulos de Juan y le dijeron: «¿Por
qué tus discípulos no ayunan, siendo así que nosotros y los fariseos
practicamos el ayuno?»
15 Jesús les respondió:
«¿Pueden
acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con
ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces
ayunarán.
16 Nadie echa un remiendo de paño sin tundir en un
vestido viejo, porque lo añadido tiraría del vestido y se produciría un
desgarrón peor.
17 Ni tampoco se echa vino nuevo en pellejos
viejos; pues de otro modo, los pellejos revientan y el vino se derrama,
y los pellejos se echan a perder. Hay que echar el vino nuevo en
pellejos nuevos, y así ambos se conservan.»
Curación de una mujer y resurrección de una niña.
Mateo 9, 18-26
18 Así les estaba hablando, cuando de pronto se acercó un magistrado y
se postró ante él diciendo: «Mi hija acaba de morir; pero ven, impón tu
mano sobre ella y vivirá.»
19 Jesús se levantó y le siguió
junto con sus discípulos.
20 En esto, una mujer que padecía
hemorragias desde hacía doce años se acercó por detrás y
tocó la
orla de su manto,
21 pues decía para sí: «Con sólo tocar su
manto, me salvaré.»
22 Jesús se volvió y, al verla, le dijo:
«¡Ánimo!, hija, tu fe te ha salvado.» Y desde aquel momento quedó sana
la mujer.
23 Al llegar Jesús a casa del magistrado y ver a los
flautistas y a la gente alborotando,
24 dijo: «¡Retiraos! La
muchacha no ha muerto; está dormida.» Los presentes se burlaban de
él.
25 Pero, una vez echada fuera la gente, entró él y la
tomó de la mano, y la muchacha se levantó.
26 Esta noticia se
divulgó por toda aquella comarca.
Curación de dos ciegos.
Mateo 9, 27-31
27 Cuando Jesús se iba de allí, le siguieron dos ciegos
gritando:
«¡Ten compasión de nosotros, Hijo de
David!»
28 Al llegar a casa, se le acercaron los ciegos.
Jesús les preguntó:
«¿Creéis que puedo hacer eso?»
Respondieron:
«Sí, Señor.»
29 Entonces les tocó los ojos diciendo:
«Hágase
en vosotros según vuestra fe.»
30 Y se abrieron sus ojos.
Jesús les ordenó severamente:
«¡Mirad que nadie lo
sepa!»
31 Pero ellos, en cuanto salieron, divulgaron su fama
por toda aquella comarca.
Curación de un mudo.
Mateo 9, 32-34
32 Salían ellos todavía, cuando le presentaron un mudo
endemoniado.
33 Y, tras expulsar al demonio, rompió a hablar
el mudo. La gente, admirada, decía:
«Jamás se vio cosa igual
en Israel.»
34 Pero los fariseos comentaban:
«Por
el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios.»
Compasión de Jesús por la multitud.
Mateo 9, 35-38
35 Jesús recorría todos los pueblos y aldeas, enseñando en sus
sinagogas, proclamando la Buena Nueva del Reino y sanando toda
enfermedad y toda dolencia.
36 Al ver tanta gente, sintió
compasión de ellos, porque estaban vejados y abatidos, como ovejas que
no tienen pastor.
37 Entonces dijo a sus discípulos:
«La
mies es mucha y los obreros poco.
38 Rogad, pues, al Dueño de
la mies que envíe obreros a su mies.»
Mateo Capítulo 10
INSTRUCCION A LOS MISIONEROS
Institución de los Doce.
1 Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio poder para...
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Mateo 10, 1-ss
1 Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio poder para expulsar a los espíritus inmundos y para curar toda enfermedad y toda dolencia.
2 Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan;
3 Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo;
4 Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el que le entregó.
Misión de los Doce.
5 Jesús envió a estos doce, después de darles las siguientes instrucciones:
«No toméis las rutas de los paganos ni entréis en poblados de samaritanos;
6 dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
7 Id y proclamad que el Reino de los Cielos está cerca.
8 Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis.
9 No os procuréis oro, ni plata, ni cobre en vuestras fajas;
10 ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento.
11 «En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos si hay en él alguna persona digna, y quedaos allí hasta que salgáis.
12 Al entrar en la casa, saludadla.
13 Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros.
14 Pero si no os acogen ni escuchan vuestras palabras, al salir de la casa o del pueblo aquel sacudíos el polvo de vuestros pies.
15 Os aseguro que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquel pueblo.
La persecución a los Apóstoles.
16 «Sabed que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas.
17 Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas;
18 seréis conducidos ante gobernadores y reyes por mi causa, para que deis testimonio ante ellos y ante los paganos.
19 Mas cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento.
20 Porque no seréis vosotros los que hablaréis; será el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.
21 «Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se rebelarán hijos contra padres y los matarán.
22 Seréis odiados por todos a causa de mi nombre, pero el que persevere hasta el fin se salvará.
23 «Cuando os persigan en una población, huid a otra, y si también en ésta os persiguen,
marchaos a otra. Os aseguro que no acabaréis de recorrer las poblaciones de Israel antes que venga el Hijo del hombre.
La valentía de los Apóstoles.
24 «No está el discípulo por encima del maestro, ni el siervo por encima de su amo.
25 Ya le basta al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su amo. Si al dueño de la casa le han llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus domésticos!
26 «No les tengáis miedo, pues no hay nada encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse.
27 Lo que yo os digo en la oscuridad, decidlo vosotros a la luz; y lo que oís en voz baja, proclamadlo desde los terrados.
28 «No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; temed más bien al que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la Gehenna.
29 ¿No se venden dos pajarillos por un as? Pues bien, ni uno de ellos caerá en tierra sin el consentimiento de vuestro Padre.
30 En cuanto a vosotros, hasta los cabellos de vuestra cabeza están todos contados.
31 No temáis, pues; vosotros valéis más que muchos pajarillos.
32 «Si alguien se declara a mi favor ante los hombres, también yo me declararé a su favor ante mi Padre que está en los cielos.
33 Pero si alguien me niega ante los hombres, también yo le negaré ante mi Padre que está en los cielos.
Jesús, signo de contradicción.
34 «No penséis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada.
35 Sí, he venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra;
36 y los enemigos del hombre serán los de su propia familia.
37 «El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.
38 El que no tome su cruz y me siga, no es digno de mí.
39 El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará.
La manera de recibir a los Apóstoles.
40 «Quien a vosotros acoge, a mí me acoge, y quien me acoge a mí, acoge a Aquel que me ha enviado.
41 «Quien acoja a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de profeta, y quien acoja a
un justo por ser justo, recibirá recompensa de justo.
42 «Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa.»
Mateo Capítulo 11
EL MISTERIO DEL REINO DE LOS CIELOS
PARTE NARRATIVA
Los Signos Mesiánicos. Mt 11,
1 Cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos...
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Mateo 11, 1-6
1 Cuando acabó Jesús de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí para enseñar y predicar en sus ciudades.
2 Juan, que en la cárcel había oído hablar de las obras de Cristo, envió a sus discípulos a preguntarle:
3 «¿Eres tú el que ha de venir, o debemos esperar a otro?»
4 Jesús les respondió:
«Id y contad a Juan lo que oís y veis:
5 los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva.
6 ¡Y dichoso aquel a quien yo no le sirva de escándalo!»
Jesús habla de Juan el Bautista. Mt 11,
Mateo 11, 7-15
7 Cuando éstos se marcharon, se puso Jesús a hablar de Juan a la gente: «¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña agitada por el viento?
8 ¿Qué salisteis a ver, si no? ¿Un hombre elegantemente vestido? Pero sabed que los que visten con elegancia están en los palacios de los reyes.
9 Entonces ¿a qué salisteis? ¿A ver un profeta? Sí, os digo, y más que un profeta.
10 Éste es de quien está escrito:
Voy a enviar a mi mensajero delante de ti, que preparará tu camino por delante de ti.
11 «Os aseguro que, entre los nacidos de mujer, no ha aparecido uno mayor que Juan el Bautista; sin embargo, el más pequeño en el Reino de los Cielos es mayor que él.
12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos sufre violencia, y los violentos se hacen con él.
13 Pues todos los profetas, lo mismo que la Ley, profetizaron hasta Juan.
14 Y, si queréis admitirlo, él es Elías, el que iba a venir.
15 El que tenga oídos, que oiga.
Reproche de Jesús a sus compatriotas. Mt 11,
Mateo 11, 16-19
16 «¿Con quién podré comparar a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros:
17 ‘Os hemos tocado la flauta, y no habéis bailado; os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado.’
18 «Porque resulta que vino Juan, que ni come ni bebe, y dicen que está endemoniado.
19 Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Ahí tenéis un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores.’ Pero la Sabiduría se ha acreditado por sus obras.»
Lamentación por las ciudades de Galilea. Mt 11,
Mateo 11, 20-24
20 Entonces se puso a maldecir a los pueblos en los que se habían realizado la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido:
21 «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho
los milagros que se han hecho en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertos de sayal y sentados en ceniza.
22 Por eso, os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras.
23 Y tú, Cafarnaún, ¿pretendes encumbrarte hasta el cielo?
¡Pues hasta el Hades te hundirás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que se han hecho en ti, todavía existiría hoy.
24 Por eso os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti.»
El Evangelio revelado a los humildes. Mt 11,
Mateo 11, 25-27
25 Por aquel entonces, tomó Jesús la palabra y dijo: «Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a gente sencilla.
26 Sí, Padre, pues tal ha sido tu decisión.
27 Mi Padre me ha entregado todo, y nadie conoce al Hijo, sino el Padre; ni al Padre le conoce nadie, sino el Hijo y aquel a quién el Hijo se lo quiera revelar.
Jesús, el maestro. Mt 11,
Mateo 11, 28-30
28 «Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os proporcionaré descanso.
29 Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
30 Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.»
Mateo Capítulo 12
Las espigas arrancadas en sábado.
1 Por aquel entonces, un sábado en que Jesús cruzaba por los sembrados, sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas.
2 Al verlo los fariseos, le dijeron: «Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en sábado.»
3 Pero él les respondió: «¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintieron hambre él y los que lo acompañaban,
4 cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer a él ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes?
5 ¿Tampoco habéis leído en la Ley que en día de sábado los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin incurrir en culpa?
6 Pues yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo.
7 Si hubieseis comprendido lo que significa Misericordia quiero, que no sacrificio, no condenaríais a los que no han incurrido en culpa.
8 Porque el Hijo del hombre es señor del sábado.»
Curación del hombre de la mano paralizada.
9 Se fue de allí y entró en su sinagoga,
10 donde casualmente había un hombre que tenía una mano seca. Algunos, con ánimo de acusarle, le preguntaron si era lícito curar en sábado.
11 Él les dijo: «¿Quién de vosotros, si tiene una sola oveja y cae en un hoyo en sábado, no la agarra y la saca?
12 ¡Pues cuánto más vale un hombre que una oveja! Por tanto, es lícito hacer bien en sábado.»
13 Entonces dijo al hombre: «Extiende tu mano.» Él la extendió y quedó restablecida, sana como la otra.
14 Pero los fariseos, en cuanto salieron, se confabularon contra él para eliminarlo.
Jesús es el «Siervo de Yahvé».
15 Jesús, al saberlo, se retiró de allí. Le siguió una gran muchedumbre, y los curó a todos.
16 Luego les mandó enérgicamente que no le descubrieran,
17 para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías:
18 Éste es mi Siervo, a quien elegí, mi Amado, en quien me complazco. Pondré mi Espíritu sobre él,
y anunciará el juicio a las naciones.
19 No disputará ni gritará,
ni oirá nadie en las plazas su voz.
20 La caña cascada no la quebrará, ni apagará la mecha humeante,
hasta que lleve a la victoria el juicio:
21 en su nombre pondrán las naciones su esperanza.
Jesús y Beelzebul.
22 Entonces le fue presentado un endemoniado ciego y mudo. Jesús lo curó, de suerte que el mudo hablaba y veía.
23 Todos los presentes, atónitos, se preguntaban: «¿No será éste el Hijo de David?»
24 Mas los fariseos, al oírlo, comentaban: «Éste no expulsa los demonios más que por Beelzebul, Príncipe de los demonios.»
25 Él, sabiendo lo que pensaban, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo quedará
asolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no podrá subsistir.
26 Si Satanás expulsa a Satanás, quedará dividido contra sí mismo; ¿cómo podrá entonces subsistir su reino?
27 Y si yo expulso los demonios por Beelzebul, ¿por quién los expulsan vuestros hijos? Por eso, ellos serán vuestros jueces.
28 Pero si yo expulso los demonios por el Espíritu de Dios, señal de que ha llegado a vosotros el Reino de Dios.
29 «¿Cómo puede uno entrar en la casa de alguien fuerte y saquear su ajuar, si antes no lo
maniata? Sólo entonces podrá saquear su casa.
30 «El que no está conmigo, está contra mí; y el que no recoge conmigo, desparrama.
31 «Por eso os digo que a los hombres se les perdonará todo pecado y blasfemia, pero la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada.
32 Y al que diga una palabra contra el Hijo del hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro.
Las palabras descubren el corazón.
33 «Podéis suponer que si un árbol es bueno, su fruto será bueno, y que si un árbol es malo, su fruto será malo, pues el árbol se conoce por el fruto.
34 ¡Raza de víboras!, ¿cómo podéis vosotros hablar cosas buenas siendo malos? Porque la boca habla de lo que rebosa el corazón.
35 El hombre bueno saca cosas buenas del buen tesoro, y el hombre malo saca cosas malas del tesoro malo.
36 Os digo que los hombres darán cuenta el día del Juicio de toda palabra ociosa que pronuncien.
37 Porque por tus palabras serás declarado justo y por tus palabras serás condenado.»
El signo de Jonás.
38 Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos ver un signo hecho por ti.»
39 Mas él les respondió: «¡Generación malvada y adúltera! Pide un signo, pero no se le dará otro signo que el del profeta Jonás.
40 Porque así como Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches.
41 La gente de Nínive se levantará en el Juicio con esta generación y la condenarán, porque al menos ellos se convirtieron por la predicación de Jonás; y aquí hay algo más que Jonás.
42 La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la condenará, porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón; y aquí hay algo más que Salomón.
Estrategia de Satanás.
43 «Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda vagando por lugares áridos en busca de reposo, pero no lo encuentra.
44 Entonces piensa: ‘Me volveré a mi casa, de donde salí.’ Pero resulta que, al llegar, la encuentra desocupada, barrida y en orden.
45 Entonces va y toma consigo otros siete espíritus peores que él; entran y se instalan allí, y el final de aquel hombre viene a ser peor que el principio. Así le sucederá también a esta generación malvada.»
El verdadero parentesco de Jesús.
46 Todavía estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con él.
47 Alguien le dijo: «¡Oye!, ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que desean hablarte.»
48 Pero él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?»
49 Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo:
«Éstos son mi madre y mis hermanos,
50 pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»
Mateo Capítulo 13
DISCURSO PARABÓLICO
Introducción.
1 Aquel día, salió Jesús de casa y se sentó a orillas del mar.
2 Se reunió tanta gente junto a él, que hubo de subir a sentarse en una barca, mientras toda la gente se quedaba en la ribera.
3 Y les habló muchas cosas en parábolas.
Parábola del sembrador.
Decía: «Salió un sembrador a sembrar.
4 Pero, al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; y vinieron las aves y se las comieron.
5 Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra;
6 pero, en cuanto salió el sol, se agostaron y, por no tener raíz, se secaron.
7 Otras cayeron entre abrojos; pero crecieron los abrojos y las sofocaron.
8 Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: una ciento, otra sesenta, otra treinta.
9 El que tenga oídos, que oiga.»
Porque Jesús habla en parábolas.
10 Sus discípulos se acercaron y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?»
11 Él les respondió: «Es que a vosotros se os ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no.
12 Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene se le quitará hasta lo que tiene.
13 Por eso les hablo en parábolas, porque mirando no ven, y oyendo no oyen ni entienden.
14 En ellos se cumple la profecía de Isaías:
Oír, oiréis, pero no entenderéis; mirar, miraréis, pero no veréis.
15 Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos y han cerrado sus ojos; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane.
16 «¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen!
17 Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron; y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.
Explicación de la parábola del sembrador.
18 «Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador.
19 Cuando alguien oye la palabra del Reino y no la comprende, viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino.
20 El que fue sembrado en pedregal es el que oye la palabra y de momento la recibe con alegría,
21 pero, como no tiene raíz en sí mismo, por ser inconstante, sucumbe en seguida, en cuanto se presenta una tribulación o persecución por causa de la palabra.
22 El que fue sembrado entre los abrojos es el que oye la palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas sofocan la palabra, que queda sin fruto.
23 Y el que fue sembrado en tierra buena es el que oye la palabra y la entiende; éste sí que da fruto y produce: uno ciento, otro sesenta, otro treinta.»
Parábola de la cizaña.
24 Les propuso esta otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo.
25 Pero, mientras su gente dormía, vino su enemigo, sembró cizaña entre el trigo y se fue.
26 Cuando brotó la hierba y produjo fruto, apareció entonces también la cizaña.
27 Los siervos se acercaron al amo y le preguntaron: ‘Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Por qué tiene entonces cizaña?’
28 Él les contestó: ‘Algún enemigo ha hecho esto.’ Los siervos le dijeron: ‘¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?’
29 Les respondió: ‘No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquéis a la vez el trigo.
30 Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Ya diré a los segadores, cuando llegue la siega, que recojan primero la cizaña y la aten en gavillas para quemarla, y que almacenen el trigo en mi granero.’»
Parábola del grano de mostaza.
31 Les propuso otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo.
32 Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero, cuando crece, es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.»
Parábola de la levadura.
33 Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la mezcló con tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.»
Enseñanza por medio de parábolas.
34 Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba si no era en parábolas,
35 para que se cumpliese así lo dicho por el profeta:
Abriré con parábolas mi boca, anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.
Explicación de la parábola de la cizaña.
36 Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. En esto se le acercaron sus discípulos y le dijeron: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo.»
37 Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre;
38 el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno;
39 el enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo; y los segadores son los ángeles.
40 De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo.
41 El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los que actúan inicuamente,
42 y los arrojarán en el horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
43 Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.
Parábola de la perla.
44 «El Reino de los Cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo. Cuando un hombre lo encuentra, vuelve a esconderlo y, de tanta alegría que le da, va, vende todo lo que tiene y compra el campo aquel.
45 «También es semejante el Reino de los Cielos al caso de un mercader que anda buscando perlas finas.
46 Cuando encuentra una perla de gran valor, va, vende todo lo que tiene y la compra.
Parábola de la red.
47 «También es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y captura peces de todas clases.
48 Y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan y recogen en cestos los buenos, al tiempo que tiran los malos.
49 Así sucederá al fin del mundo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos
50 y los echarán en el horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Conclusión.
51 «¿Habéis entendido todo esto?» Le respondieron: «Sí.»
52 Y añadió: «Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de su arca cosas nuevas y cosas viejas.»
Las primicias del Reino de los Cielos.
PARTE NARRATIVA
Visita de Jesús a Nazaret.
53 Cuando acabó Jesús estas parábolas, partió de allí.
54 De vuelta a su patria, se puso a enseñarles en su sinagoga, de tal manera que se preguntaban maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?
55 ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?
56 ¿Y no están todas sus hermanas entre nosotros? Entonces, ¿de dónde le viene todo esto?»
57 Y se escandalizaban a causa de él. Mas Jesús les dijo: «Un profeta sólo carece de prestigio en su patria y entre los suyos.»
58 Y no hizo allí muchos milagros, a causa de su falta de fe.
Mateo Capítulo 14
Juicio de Herodes sobre Jesús.
La muerte de Juan el Bautista.
Mateo 14, 3-12
La primera multiplicación de los panes.
Mateo 14, 13-21
Jesús camina sobre el agua.
Mateo 14, 22-33
Curaciones en la región de Genesaret.
Mateo 14, 34-36
Mateo Capítulo 18
INTRODUCCION A LOS DISCIPULOS
El más grande en el Reino. Mt
18,
1 En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le
preguntaron:
«¿Quién es el mayor en el Reino de los
Cielos?»
2 Él llamó a un niño, lo puso en medio de
ellos
3 y dijo: «Os aseguro que si no cambiáis y os hacéis como
los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos.
4 Así pues,
el mayor en el Reino de los Cielos será el que se humille como este
niño.
5 «Y el que acoja a un niño como éste en mi nombre, a mí me
acoge.
La gravedad del escándalo. Mt 18,
Mateo 18, 6-10
6 Pero al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más
le valdría que le colgasen al cuello una de esas piedras de molino que
mueven los asnos y lo hundiesen en lo profundo del mar.
7
¡Ay del mundo por los escándalos! Es forzoso, ciertamente, que haya
escándalos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viniere el
escándalo!
8 «Por eso, si tu mano o tu pie te es ocasión de
tropiezo, córtatelo y arrójalo de ti; más te vale entrar en la
Vida manco o cojo que ser arrojado en el fuego eterno con las dos
manos o los dos pies.
9 Y si tu ojo te es ocasión de tropiezo, sácatelo y arrójalo de ti;
más te vale entrar en la Vida con un solo ojo que ser arrojado a la
Gehenna del fuego con los dos ojos.
10 «Guardaos de menospreciar
a uno de estos pequeños, porque yo os digo que sus ángeles, en
los cielos, ven continuamente el rostro de mi Padre que está en los
cielos.
La oveja perdida. Mt 18,
Mateo 18, 12-14
12 «¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría
una de ellas, ¿no dejará en los montes las noventa y nueve, para ir en
busca de la descarriada?
13 Y si llega a encontrarla, os
aseguro que tendrá más alegría por ella que por las noventa y nueve no
descarriadas.
14 De la misma manera, no es voluntad de
vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos pequeños.
La corrección fraterna. Mt 18,
Mateo 18, 15-18
15 «Si tu hermano llega a pecar, ve y corrígele, a solas tú con él. Si
te escucha, habrás ganado a tu hermano.
16 Si no te
escucha, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede
zanjado por la palabra de dos o tres testigos.
17 Si les
desoye a ellos, díselo a la comunidad. Y si también desoye a la
comunidad, considéralo como al pagano y al publicano.
18
«Yo os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el
cielo, y todo lo que
desatéis en la tierra quedará desatado en el
cielo.
La oración en común. Mt 18,
Mateo 18, 19-20
19 «Os aseguro también que si
dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea
lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los
cielos.
20 Porque donde están dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estoy yo, en medio de ellos.»
El perdón de las ofensas. Mt 18,
Mateo 18, 21-22
21 Pedro se acercó entonces y le preguntó: «Señor, ¿cuántas veces
tengo que perdonar las ofensas que me haga mi hermano? ¿Hasta siete
veces?»
22 Le respondió Jesús: «No te digo hasta siete
veces, sino hasta setenta veces siete.»
Parábola del servidor despiadado. Mt 18,
Mateo 18, 23-35
23 «Por eso, el Reino de los Cielos es semejante a un rey que quiso
ajustar cuentas con sus siervos.
24 Al empezar a
ajustarlas, le fue presentado uno que le debía diez mil
talentos.
25 Como no tenía con qué pagar, ordenó el señor
que fuese vendido él, su mujer, sus hijos y todo cuanto tenía, y que
se le pagase.
26 Entonces el siervo se echó a sus pies y,
postrado le decía: ‘Ten paciencia conmigo, que todo te lo
pagaré.’
27 Movido a compasión el señor de aquel siervo, le
dejó ir y le perdonó la deuda.
28 Al salir de allí aquel
siervo, se encontró con uno de sus compañeros, que le debía cien
denarios. Lo agarró y lo ahogaba, mientras le decía: ‘Paga lo que
debes.’
29 Su compañero, cayendo a sus pies, le suplicaba:
‘Ten paciencia conmigo, que ya te pagaré.’
30 Pero él no
quiso. Entonces fue y lo metió en la cárcel, hasta que pagase lo que
debía.
31 Al ver sus compañeros lo ocurrido, se
entristecieron mucho, y fueron a contar a su señor todo lo
sucedido.
32 Su señor entonces lo mandó llamar y le dijo:
‘Siervo malvado, yo te perdoné a ti toda aquella deuda porque me lo
suplicaste.
33 ¿No debías tú también compadecerte de tu
compañero, del mismo modo que yo me compadecí de ti?’
34 Y
encolerizado su señor, lo entregó a los verdugos hasta que pagase todo
lo que le debía.
35 Esto mismo hará con vosotros mi Padre
celestial, si no perdonáis de corazón cada uno a vuestro hermano.»
Mateo Capítulo 25
Parábola de las diez jóvenes.
1 «Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes que, con su lámpara en la mano...
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Mateo 25, 1-13
1 «Entonces el Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio.
2 Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes.
3 Las necias, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite;
4 las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas llevaron aceite en las alcuzas.
5 Como el novio tardaba, se adormilaron todas y finalmente se durmieron.
6 Mas a medianoche se oyó un grito:
‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’
7 Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y dispusieron sus lámparas.
8 Las necias dijeron a las prudentes:
‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan.’
9 Pero las prudentes replicaron:
‘No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis.’
10 Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta.
11 Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo:
‘¡Señor, señor, ábrenos!’
12 Pero él respondió: ‘Os aseguro que no os conozco.’
13 Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.
Parábola de los talentos.
Mateo 25, 14-30
14 «Es también como un hombre que, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda:
15 a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.
16 Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco.
17 Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos.
18 En cambio, el que había recibido uno fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.
19 Al cabo de mucho tiempo, volvió el señor de aquellos siervos y se puso a ajustar cuentas con ellos.
20 Se llegó el que había recibido cinco talentos y presentó otros cinco, diciendo:
‘Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado.’
21 Su señor le dijo:
‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; ya que has sido fiel en lo poco, voy a ponerte al frente de mucho. Entra en el gozo de tu señor.’
22 Se llegó también el de los dos talentos, y dijo:
‘Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado.’
23 Su señor le dijo:
‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; ya que has sido fiel en lo poco, voy a ponerte al frente de mucho. Entra en el gozo de tu señor.’
24 Se llegó también el que había recibido un talento, y dijo:
‘Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste.
25 Por eso, me dio miedo y fui a esconder bajo tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo.’
26 Mas su señor le respondió:
‘¡Siervo malo y perezoso! Si sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí,
27 debías haber entregado mi dinero a los banqueros. De ese modo, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses.
28 Quitadle, por tanto, el talento y dádselo al que tiene los diez talentos.
29 Porque a todo el que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.
30 Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.’
El Juicio final.
Mateo 25, 31-46
31 «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso.
32 Entonces serán congregadas delante de él todas las naciones, y él irá separando a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos.
33 Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
34 Entonces dirá el Rey a los de su derecha:
‘Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo.
35 Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, era forastero y me acogisteis,
36 estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y acudisteis a mí.’
37 Entonces los justos le responderán:
‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber?
38 ¿Cuándo te vimos forastero y te acogimos, o desnudo y te vestimos?
39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y acudimos a ti?’
40 Y el Rey les dirá:
‘Os aseguro que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis.’
41 Entonces dirá también a los de su izquierda:
‘Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
42 Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber,
43 fui forastero y no me acogisteis, anduve desnudo y no me vestisteis, estuve enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.’
44 Entonces dirán también éstos:
‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?’
45 Y él entonces les responderá:
‘Os aseguro que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo.’
46 E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna.»
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